Laura Revuelta - Cinco minutos de gloria

125 + 25 = 150 años de vida cultural

La suma no es exacta por unos meses, pero el hila de la cultura se ha mantenido exacto en los 125 años desde el nacimiento de «Blanco y Negro» y los 25 que celebramos de «ABC Cultural». Y aún queda mucho por delante

Laura Revuelta
MADRID Actualizado: Guardar
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La suma no es exacta. Más bien metáfora de un largo historial apegado a la cultura y a todos sus afluentes, con los meandros de lo contemporáneo. En primavera, se cumplirán 125 años de la revista « Blanco y Negro». En otoño, este suplemento, «ABC Cultural», llegará al cuarto de siglo. A todo ello podemos añadir que el propio ABC alcanza los 113 años (un nuevo resultado como metáfora temporal estratosférica: 263 años). Entiéndase que los destinos de estas tres publicaciones se cruzan en el tiempo y en el, a veces, muy cuadriculado espacio de unas cuartillas de papel impreso. Cuando se trata de llamar a las puertas de la memoria de un periódico con tanta memoria como el que nos acoge cada semana siempre sale alguien a recibirte.

Algo de agradecer. Recuerdo mis tiempos de aprendiz «picando» en la redacción de Blanco y Negro los artículos de cine de Julián Marías (muchos de los cuales ahora centran un ensayo de Alfonso Basallo editado por Fórcola), los de teatro de Lázaro Carreter y los de poesía de Jaime Siles. Los de Lázaro y Marías estaban escritos en cuartillas con máquina de escribir. Jaime Siles los dictaba por teléfono e, incluso, los mandaba de su puño y letra por fax desde la ciudad europea en cuya universidad daba clase. Si me pongo a enumerar articulistas llenaría este texto de nombres maestros, como llaves que abren todas las cerraduras. Después de los citados me voy a quedar con sólo dos ejemplos más del pasado que marcan puntos de conexión con el presente, y cuyas líneas de fuga señalan un futuro del que hablaremos mañana, y así que pasen otros 25 años.

De Juan Gris a Mateo Maté

Primero, un hijo del arte contemporáneo, Mateo Maté, que es como decir «hijo» de Juan Gris, un padre de la vanguardia que ilustró las páginas de «Blanco y Negro» a comienzos del siglo XX, antes de marchar al París que sería cubista en sus pinceles; antes, incluso, de que Picasso desfigurara la faz de sus mujeres y modelos. Juan Gris antes del antes, de que la vanguardia fuera vanguardia y tocara la guitarra y bebiera Anís del Mono en sus cuadros estampados también con papeles de periódico, ilustró las páginas de la revista que fue embrión de este rotativo. Mateo Maté inaugura las «celebraciones» de ABC Cultural en su cuarto de siglo con una reinvención de nuestra cabecera y emparenta con Juan Gris por vía directa de las páginas de un periódico. En el vigésimo aniversario de este suplemento, fue Daniel Canogar quien escenificó nuestro «alumbramiento» de pasado y futuro con un nido de cables eléctricos entre las manos. Mateo Maté ha echado al mar un barco de papel con todas las letras y los números de una venerable edad que a ratos puede traducirse como juvenil, a ratos como madura. Luego vendrán Juan López y Juan Zamora para poner las tres letras del abecedario que son el ABC (cultural) boca arriba o boca abajo. Los artistas son libres de sus actos, y este suplemento siempre ha sido una grata casa de acogida. Lo mismo que esa suma libre de años y de celebraciones ha resultado una metáfora, tomen a estos artistas, que son una parte, como el todo.

Cuando se trata de llamar a las puertas de la memoria de un periódico como el que nos acoge, siempre sale alguien a recibirte

Viajamos de nuevo en la leyenda del tiempo, que diría el poeta, y ahora de la mano de una mujer. Será que el periodismo también lo escribieron mujeres y no solo en Estados Unidos, como la «maligna» Hedda Hopper, que renace ahora en el «biopic» del guionista y escritor Dalton Trumbo. Hedda Hopper cortó cabezas con el afilado filo de sus palabras tal como hizo Truman Capote a sangre fría. Pero dejemos a Hedda Hopper ahora que roza la gloria del celuloide junto a otras ilustres escritoras. Será que las páginas de este periódico, ABC, cuyos años se suman a los que celebran ahora «Blanco y Negro» y «ABC Cultural», abrió sus líneas a mujeres periodistas cuando los tiempos eran adversos para las féminas en la prensa y en tantos otros menesteres. Nos ha dado por reivindicar en los últimos años a Chaves Nogales y a otras compañías en las citaciones a pie de página de los articulistas de pro, aunque tal vez convenga renovar el muestrario, y el vestuario. Repito: cuando se trata de llamar a las puertas de la memoria de un periódico con tanta memoria como el que nos acoge cada semana siempre sale alguien a recibirte. Algo de agradecer. Sofía Casanova nada tenía de maligna, pero cuenta en su haber el título de ser la primera reportera de guerra que escribió en las páginas de un rotativo, y fue en ABC. Una novela de próxima aparición, « Azules son las horas» (Espasa), que escribe otra periodista, Inés Martín Rodrigo, narra una peripecia vital tan apasionante que, pese a que suene a tópico, ya hubiera sido guión cinematográfico en las tierras del Oeste hollywoodiense. Nada voy a contar de su vida, por cuyas venas de escritora pasa todo un siglo de Historia e historias, porque sería reventarles la lectura de la novela, lo que las nuevas generaciones llaman «spoiler». Quería citarla como segundo ejemplo –entenderán que haya elegido una mujer, solidaridad de género y aledaños en la que cada día creo un poco más– para ilustrar esta suma «centenaria» de 150 años de vida cultural que pasa por las páginas de «Blanco y Negro» y «ABC Cultural». Y pasamos una página tras otra, y se sucederán las lecturas y lo que no son sólo lecturas, porque ciento veinticinco años más veinticinco dan para celebrar mucho y así lo haremos a lo largo de 2016. Hemos echado el barco de papel a navegar. Comienza la travesía.

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