El periodista y novelista cubano Leonardo Padura
El periodista y novelista cubano Leonardo Padura - isabel permuy
opinión

El arte en Cuba y Cuba con arte

Me pregunté por qué cuando de disidencia y resistentes cubanos se habla siempre se cita a escritores y casi nunca a artistas plásticos. Debe de ser que los artistas –pobrecitos míos– están comprometidos con el capital, que no con «El Capital» marxista

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Cuba es una isla rodeada de agua por todas partes menos por una que, debe de ser, supongo, por donde van goteando las filtraciones, de dentro afuera y afuera adentro. Pero estas filtraciones son tan lentas y, a veces, tan falsas e ilusorias, como el funcionamiento de internet en la isla: una veces viene y otras se va. Apagones. Por la buenas, o puede que sea por las malas. No sabría decirles. Ningún acto, palabra u omisión está libre de una sospechosa vuelta de tuerca entre golpes de mar en El Malecón.

El azar es menos azaroso de lo que uno imagina en esa cadencia caribeña y de ruina controlada. Resumamos todas las razones en una: según convenga al régimen.

Cada vez que me llega un tuit de Yoani Sánchez –allá donde se encuentre– me hago la misma pregunta: ¿por dónde se escapan sus informaciones?, ¿por ese istmo? Cada vez que leo una novela de Leonardo Padura, me pregunto (y se lo he preguntado): ¿puede escribir lo que escribe desde dentro de la isla? ¿Pueden ser ambos –y otros tantos– la imagen literaria cubana sin mayores incomodidades si cuando visitas una librería del centro de La Habana te das de narices con un escaparate empanelado del techo al suelo con portadas de libros del Che Guevara o de Fidel Castro?

Dicho en crudo suena crudo, pero no vamos a negar que la disidencia vende

Hace unos días encontré un tuit de Yoani Sánchez que informaba de la detención de un grafitero llamado El Sexto (Danilo Maldonado) cuando estaba a punto de realizar uno de sus trabajos. Justo en este momento en el que algunos creyeron no sé qué ilusiones, se le acusa de contrarrevolucinario. Lo de siempre, imagino. El cajón de sastre en el que cabe todo. El tuit habrá sido retuiteado hasta la saciedad. Según lo leía me iba acordando de mi visita organizada por los patrocinadores a la última edición de la Bienal de La Habana. En pocos meses hará un par de años. Primero me pregunté por qué cuando de disidencia y resistentes cubanos se habla siempre se cita a escritores y casi nunca a artistas plásticos. Debe de ser que los artistas –pobrecitos míos– están comprometidos con el capital, que no con El Capital marxista. Dicho en crudo suena crudo, pero no vamos a negar que la disidencia vende en los mercados del lujo.

Ahí tenemos al disidente chino por excelencia Ai Weiwei. Su problema por ir contra El Capital (versión tres delicias) ha aumentado su capital y su prestigio feria tras feria. Crucemos el mapa, y regresemos a la isla rodeada de agua por todas partes menos por una, a la Bienal habanera a la que fuimos invitados un grupo de periodistas europeos. A los españoles no se nos concedió el visado para informar desde allí. A los alemanes, a los franceses, a los italianos, sí. Nos «colamos» por ese istmo de hechas las leyes, hechas las trampas como turistas. Ingenuos, supusimos que con un ordenador e internet podríamos trabajar desde allí. Total, para escribir sobre arte contemporáneo: ¿a quién le iba a importunar? Doblemente ingenuos. Primero, internet funciona –expresado de una manera muy castiza– a pedales. Segundo, y más importante, recibimos una indicación expresa de que ver, todo lo que quisiéramos, pero de tocar (las teclas del portátil, se entiende), nada de nada.

Mira por dónde, Ai Weiwei introducía su exposición en el vestíbulo

Vimos lo que ya está en los escritos que hicimos a la vuelta a España. Comprobamos que quienes hacen las leyes hacen las trampas cuando les viene en gana, claro. Cuba es una isla rodeada de agua por todas partes menos por una y es por esa vía abierta por donde fluyen las contradicciones a gusto del régimen. Artistas disidentes que trabajan dentro del territorio cubano, que se defienden bien en el mercado internadional del arte, pero que no son detenidos. Artistas disidentes que hicieron una performance en las aguas del Malecón y que sí fueron detenidos delante de nuestras turísticas narices. Performance por el centro de La Habana con aires de denuncia conceptual que no fue detenida y cuyo vídeo-testimonio luego pude atisbar a la venta en alguna feria de sangre azul del lado capitalista. Coleccionistas salidos de Cuba, de allende Miami y sus balsas y balseros, que fueron invitados para mostrar sus fondos en algún viejo palacio de la capital, de los pocos que se mantienen en pie y a los que han sacado brillo. Mira por dónde, Ai Weiwei, con una de sus obras más conocidas, introducía la exposición en el majestuoso vestíbulo.

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