Las pinturas de Sijena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña
Las pinturas de Sijena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña

Las pinturas de Sijena, una de las joyas del patrimonio románico

El monasterio contuvo durante siglos algunas de las pinturas románicas más emblemáticas del occidente europeo

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El monasterio de Sijena constituye una de las joyas del patrimonio artístico de nuestro país. Se trata de una construcción de estilo románico construida en 1188, que fue ampliada a lo largo de los siglos posteriores. Aunque todo el conjunto supone una excepcional muestra de la arquitectura del románico, es en su sala capitular, construida en el siglo XIII, donde se hallaba uno de sus mayores tesoros: las pinturas murales.

Estas pinturas cubrían los arcos y las paredes de toda la sala, con escenas del antiguo y nuevo testamento. Sacian por lo tanto de esta sala una auténtica Biblia en imágenes, en la que se podían contemplar pasajes como la expulsión del paraíso, la crucifixión o el regreso de la paloma después del diluvio.

También contaba con escenas profanas como batallas navales o imágenes de animales, que completan todo el conjunto pictórico. Las figuras, aun habiendo sido pintadas a principios del siglo XIII tienden a la tridimensionalidad y gozan de un detalle y naturalidad únicas en este periodo. Son muchos los historiadores del arte que creen ver en ellas una cierta influencia del arte bizantino, lo que posiblemente explique la originalidad de las pintura.

Como es habitual en la Edad Media, el talentoso artista que realizó esta obra ha quedado en el anonimato. Se trata de una época en la que los artistas se confundían entre el conjunto de artesanos y voluntarios encargados de la realización de las obras. Sea como sea «El Maestro de Sijena» dejó para la posteridad el que ostensiblemente sea el conjunto mural de mayor calidad del Siglo XIII en la Europa Occidental.

A lo largo de su historia, las guerras y los expolios hicieron mella en el estado de las pinturas, pero nunca con tanta crudeza como en la Guerra Civil. Una columna anarquista probocó un incendio en el monasterio lo que destruiria numerosas obras de incalculable valor. Las que resistieron el fuego fueron arrancadas y actualmente se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

Una historia enrevesada

Desde su fundación, la historia del monasterio de Sijena ha estado estrechamente ligada a la historia de la monarquía aragonesa y a las vicisitudes de la región. La iniciativa de construir este cenobio corresponde a la reina doña Sancha, la esposa de Alfonso II el Casto, que tras recibir noticia de unas apariciones de la virgen junto a una laguna cercana al rio Alcandré, decidió en 1183 establecer es este lugar un monasterio. La realidad es que su ubicación responde a una serie de motivos políticos, estratégicos y a que se encontraba en una situación muy cómoda para acoger a una corte itinerante como la aragonesa. Con el tiempo terminaría por convertirse en uno de los principales exponentes artísticos de la orden de San Juan, además de uno de los principales archivos Aragoneses, en los que se encuentran documentos que se remontan hasta 1173. Es precisamente en Sijena donde se encuentra la sepultura de la reina Sancha, al igual que las de numerosos nobles entre los que destaca don Rodrigo de Lizana, el héroe de la batalla de las Navas de Tolosa.

Tras el Compromiso de Caspe (1412) la esposa e hijas del conde de Urgel inauguraron el monasterio en su nueva condición de cárcel, por levantarse, el Conde, contra el rey electo Fernando I de Antequera. Es a partir de esta época cuando Sigel dejo de ser un monasterio para las hijas de la nobleza Aragonesa. Los siglos pasaron con relativa normalidad para el monasterio, pero con la llegada de los franceses en el siglo XIX se abría una nueva etapa de precariedad que duraría más de cien años. Con las desamortizaciones, el edificio fue vendido en subasta aunque a los pocos años esta venta se logró declarar nula.

Solo con la restauración borbónica la estabilidad regresaría al convento. En 1923 era declarado Bien de Interés Cultural, pero la tranquilidad no duraría mucho tiempo. Con el inicio de la Guerra Civil el templo fue, como otros muchos en esa época, objeto de expolios y profanaciones. Muchas de las obras de arte que contenía fueron robadas, cuando no destruidas, lo que supuso una importante pérdida para el patrimonio histórico y artístico. Gran parte de las pinturas que no fueron destruidas en el incendio acabaron con el tiempo en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. La carestia de la posguerra y la falta de planificación impidieron que se realizaran unas efectivas obras de restauración del monasterio por lo que Sijena debería esperar hasta 1988 para que su cenobio viese restituido parte de su esplendor pasado. El resto de lo que queda en buen estado, previsiblemente regresará al lugar del que formó parte durante más de siete siglos tras la sentencia dictada hoy por el Tribunal Supremo.

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