El arte moderno es cosa de niños

La Fundación Juan March rastrea en una exposición las conexiones entre las vanguardias y la educación y el juego

A la izquierda, mueble-biblioteca de Charlotte Perriand para la Casa de México de París (Colección Adolfo Autric) y, a la derecha, juego de cubos para hacer mosaicos (Colección Juan Bordes) ABC

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En «Sopa de ganso», Groucho Marx , que encarnaba al presidente de la República Democrática de Freedonia, debía leer un sesudo informe que, se supone, entendería hasta un niño de cuatro años. «¡Que me traigan a un niño de cuatro años»! , exclamaba el genial actor. La Fundación Juan March rastrea en su nuevo proyecto expositivo las conexiones entre el arte de las vanguardias y la infancia, la educación y el juego. Una novedosa manera de explicar el arte, la arquitectura y el diseño del siglo XX desde la infancia de sus creadores y la pedagogía con la que fueron educados. El arte del siglo XX es denostado a menudo con frases como «Eso lo hace mi hijo de cuatro años» . «¿Y si ocurriera no solo que el arte moderno y contemporáneo lo pueden hacer niños de cuatro años, sino que solo pueden hacerlo ellos»?, se pregunta Manuel Fontán del Junco, director de museos y exposiciones de la Fundación March. «No se trata de ver el arte moderno desde el punto de vista de un niño, sino desde el niño que fue cada uno de estos artistas», advierte Fontán del Junco.

A la izquierda, ventana del hotel Lake Geneva, c. 1902 (Colección Autric-Tamayo). A la derecha, «El arte de la paquetería», siglo XIX (Colección Juan Bordes) ABC

El arte pasa en el pasado siglo de los nobles salones al cuarto de juegos . Ha habido exposiciones que han indagado en temas como los juguetes de las vanguardias (Museo Picasso de Málaga, 2010) o el siglo del niño (MoMA de Nueva York, 2012), título tomado del manifiesto de la reformista sueca Ellen Key «Century of the Child». La tesis de esta exposición es que novedosas y radicales pedagogías del XIX , que se basaban en aprender jugando, dibujando y fomentaban con ello la creatividad, dan lugar al arte del siglo XX. En ello tuvieron mucho que ver personas como Rousseau y su «Emilio» (tratado filosófico publicado en 1762, que produjo un efecto mariposa en todo el mundo); el pedagogo alemán Friedrich Froebel, creador de los Kindergarten o jardines de infancia (sistema educativo que formulaba aprender dibujando y jugando), y el pedagogo y educador suizo Johann Heinrich Pestalozzi .

A la izquierda, «Arquitecturas pictóricas, nº 56», de Liubov Popova (Colección particular, Madrid). A la derecha, juego de fichas, París, c. 1830 (Colección Juan Bordes) ABC

La infancia de las vanguardias

La muestra reúne más de 300 piezas de material pedagógico, juegos educativos y manuales de dibujo, procedentes de la colección del escultor y académico de Bellas Artes Juan Bordes , comisario invitado de la muestra, que dedicó su discurso de ingreso en la institución a la infancia de las vanguardias, germen de un libro del mismo título publicado en 2007. Anduvo buscando ese material por bibliotecas de todo el mundo, pero apenas lo encontraba. Con los años ha ido atesorando una impresionante colección . Son piezas muy difíciles de conseguir, pues eran concebidas para usar y tirar. Tienen una vida muy corta. Una de las joyas de la exposición es un precioso «Scrapbook» (libro de recortes), de 1880, adquirido por Bordes en Londres: «Ahí está todo lo que sucede en el arte del siglo XX, lo predice».

A la izquierda, «Composición en rojo, azul, negro, amarillo y gris», de Mondrian (Gemeentemuseum, La Haya). A la derecha, bloques matemáticos de María Montessori para realizar ejercicios de psicoaritmética (Colección Juan Bordes). ABC

Así es. Hay una gran conexión entre ese material y obras presentes en la muestra de artistas como Picasso, Klee, Kandinsky, Ernst, Léger, Gris, Matisse, Braque, Calder, Morandi, Miró, Picabia, Torres-García, Mondrian y el grupo De Stijl, Van der Rohe, Lloyd Wright, Le Corbusier... Picasso fabricaba preciosos juguetes para sus hijos, Calder creaba lúdicos móviles; un anciano Matisse recortaba papeles en su cama con los que creaba coloristas collages; Torres-García daba vida a juguetes de madera... Los cuadrados de Malevich , los dibujos ópticos de Kandinsky , los colores primarios de Mondrian , los muñecos de Keith Haring , los cómics de Roy Lichtenstein , la manzana y el bombín de Magritte , el ajedrez de los surrealistas, el urinario de Duchamp , la pelota de baloncesto flotando en un tanque de agua de Damien Hirst ... Todo eso está ya en los manuales educativos del XIX, de los que beben movimientos como cubismo, dadaísmo, surrealismo, constructivismo, suprematismo, futurismo... o la propia Bauhaus , que anda celebrando sus cien años.

A la izquierda, «Disco Portugal», de Sonia Delaunay (Colecciones Fundación Mapfre). A la derecha, «De la ley del contraste simultáneo de colores», de Michel Eugène Chevreul (Colección Juan Bordes) ABC

La muestra arranca con dos obras de Paul Klee y una especie de museo de bolsillo del siglo XX , en el que están presentes casi todos los grandes nombres de la vanguardia. El recorrido nos lleva a la infancia de los artistas y la educación y el arte como juego. «El arte del siglo XX se ha visto como una novela para adultos en la que el niño ha estado secuestrado », comenta Fontán del Junco. El gran historiador del arte Ernst H. Gombrich hablaba de la importancia de los manuales de dibujo para comprender la historia del arte. Juan Bordes, también. Quiere rendir tributo con esta exposición a los educadores. «El siglo verdaderamente revolucionario, dice, fue el XIX y no el XX».

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