Veintitrés propuestas utópicas para el Instituto Cervantes

El exdirector de la institución traza las líneas maestras que deberían marcar su futuro más próximo

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I El Instituto Cervantes debe ser un organismo independiente con un estatuto propio. La actividad educativa-cultural no puede ser estrictamente gubernamental, porque no es creíble. Debe desarrollar su trabajo a medio y largo plazo al margen de las idas y venidas de los gobiernos y sus propios intereses partidistas. Solo así será altamente eficaz.

II Su presupuesto debe estar fuera y al margen del presupuesto de la Agencia de Cooperación Internacional, organismo con el que el Instituto Cervantes no tiene nada que ver. La Agencia es una permanente traba para el desarrollo del Instituto. Además, el Instituto está instalado en muchos países que no pertenecen al tercer mundo y se han sentido ofendidos por este vínculo. La nueva Ley de régimen jurídico de las Administraciones Públicas es una amenaza.

Sería necesario volver a la ley de creación y readaptarla. El Instituto Cervantes debería entrar dentro del programa de despolitización de los instituciones culturales, que deberían regirse por las buenas prácticas.

III Su personal debería tener un estatuto propio de selección y promoción realizado por el propio organismo.

IV Los directores serán seleccionados por un tribunal presidido por el propio director, el jefe de personal, el director académico y el director de cultura. Los directores tendrán que hablar inglés (obligatoriamente), así como otras lenguas. También la lengua de cada uno de sus destinos futuros. El Instituto Cervantes debe ser la institución donde más lenguas se hable, un crisol de lenguas.

-Un cuarenta por cierto serán trabajadores del propio Instituto habiendo hecho su carrera dentro de él.

-Otro cuarenta por ciento serán personalidades del mundo de la cultura.

-Y el veinte por ciento restante serán también personas relevantes de la cultura hispanoamericana.

-El Instituto Cervantes, además de hablar el mayor número de lenguas extranjeras, debe ser una institución que enseñe nuestra lengua común y cooficiales (gallego, euskera, catalán), así como las manifestaciones culturales de cada una de las mismas. También debe facilitar el entendimiento y la comprensión de las extranjeras a aquellas instituciones o particulares que lo necesiten.

V El Instituto Cervantes debe tener como una de sus prioridades su vocación hispanoamericana, por lo que colaborará estrechamente con los países hermanos en lengua. También compartirá la vocación ibérica e iberoamericana, colaborando con las instituciones de la lengua portuguesa, entre ellas y especialmente, el Instituto Camoens. Evidentemente, la vocación europea también es algo irrenunciable y de ahí su relación constante con instituciones como el Goethe, el Instituto Francés o el Instituto de Cultura Italiana o el British Council, etcétera.

VI El Instituto Cervantes, además de dar clases de español, lo hará de las otras tres lenguas cooficiales del Estado: gallego, euskera y catalán, en colaboración con las universidades, lectorados, academias o instituciones lingüísticas oficiales como, por ejemplo, el Ramon Llull.

VII El Instituto Cervantes creará en Madrid (proyecto ya desarrollado pero que quedó en el limbo administrativo) una Casa de las Lenguas Ibéricas, donde tendrán representación todas las lenguas habladas en la península e islas.

VIII La Casa de las Lenguas Ibéricas del Instituto Cervantes colaborará con las universidades de este espacio geográfico, los institutos y academias dedicadas a estos asuntos, y desarrollará en Madrid y en el resto de las capitales peninsulares (e islas) e iberoamericanas una acción de investigación, estudio y difusión de las mismas.

IX Dentro de la Casa de las Lenguas Ibéricas estará el judeo-español.

X El Ministerio de Cultura, junto con el Instituto Cervantes, elegirá a los Agregados Culturales de las embajadas españolas en el mundo. Algunos directores, según las circunstancias, podrían complementar ambas actividades. Es inapropiado para estos tiempos que el Ministerio de Asuntos Exteriores siga colonizando a ambas instituciones culturales y educativas. Los agregados de educación, interior, defensa, comercio, etcétera, son nombrados respectivamente por cada uno de los ministerios correspondientes al margen de Exteriores. ¿Por qué no los agregados culturales por el Ministerio de Cultura (ministerio que debería ser siempre independiente del de Educación) y el Instituto Cervantes?

XI El Instituto Cervantes tendrá, por supuesto, una misión fundamental de docencia del español en todo el mundo, pero también otra esencial de difusión de nuestra cultura, por lo que las relaciones de estrecha colaboración con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura deben ser habituales. En la dirección cultural habrá un consejo formado por los directores del Museo del Prado, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Thyssen-Bornemisza, Museo Arqueológico Nacional, Biblioteca Nacional, Filmoteca Nacional, Teatro Real, así como representantes de las instituciones culturales más representativas de cada una de las comunidades autónomas. Se reunirían una vez al año, como mínimo, para diseñar y acordar la acción anual. También habría representación hispanoamericana.

XII De la misma manera, la coordinación académica estará respaldada por la CRUE y la RAE, así como por las Academias hispanoamericanas e instituciones representativas de las otras lenguas estatales.

XIII El Instituto Cervantes desarrollará parte de su acción educativa y cultural a través de las nuevas tecnologías, la radio, televisión y redes sociales. Colaborará para ello con empresas privadas e instituciones públicas. El Instituto debe estar en la vanguardia en el conocimiento y desarrollo de todos estos sistemas.

XIV Apertura de nuevos centros implicando y colaborando con otros países hispanoamericanos como, por ejemplo, en los EE.UU., trabajando con instituciones mexicanas o colombianas. También compartir espacios con otros Institutos educativos y culturales europeos como ya se hizo en otras épocas.

XV Todos los centros culturales en Hispanoamérica, pertenecientes a la Cooperación española, deberían pasar a formar parte del Instituto Cervantes. Así, cada uno de los países donde existen se vería más implicado en la acción del Instituto. Centros Culturales que estén también o queden en otros lugares.

XVI Cada tres años deben llevarse a cabo (por lo general ya se cumple esta norma) los Congresos de la Lengua. Desarrollar la Federación de ciudades de los Congresos de la Lengua (Zacatecas, Valladolid, Rosario, Cartagena de Indias, Chile, Panamá, Puerto Rico…). Su función sería, por ejemplo, la formación de profesores de lengua española, la recepción de estudiantes extranjeros que quieren aprender nuestra lengua y tener el título que imparte el Cervantes con todas las universidades, etcétera. Proyecto que, como el de la Casa de las Lenguas Ibéricas, nunca se desarrolló. La intervención de las universidades de cada una de estas ciudades sería esencial.

XVII Rescatar, cada cinco años, el Congreso de la Cultura Iberoamericana que tan buenos resultados tuvo y que medio desapareció por la crisis.

La primera edición tuvo lugar en México D.F. en 2008, en torno al cine y el audiovisual. En 2009, fue Sao Paulo (Brasil) la ciudad elegida como sede bajo el lema «Cultura y transformación social». Medellín (Colombia) acogió la edición de 2010, designando el ámbito musical iberoamericano como tema central. En 2011, el Congreso desarrollado en Mar de Plata (Argentina) y que se centró en las relaciones entre cultura, política y participación popular. En la V edición, en la ciudad de Zaragoza (2013), se transformó en epicentro de la cultura digital y el trabajo en red. La VI edición, en San José de Costa Rica (2014), celebró las «Culturas vivas comunitarias», al afirmar la existencia de una enorme diversidad de manifestaciones.

XVIII Acuerdos con empresas españolas instaladas en el extranjero para que ofrezcan a sus empleados la enseñanza gratuita del español subvencionada por ellas y llevadas a cabo por el profesorado del Instituto Cervantes. Lo mismo con grandes empresas hispanoamericanas.

XIX El Instituto Cervantes debe implicarse con las instituciones culturales y educativas de la ciudad del país donde se encuentre y colaborar también con las comunidades de emigrantes o profesionales españoles e hispanoamericanos, allí existentes.

XX El Instituto Cervantes debe tener una representación importante en Bruselas y colaborar con el Ministerio de Exteriores, con el Ministerio de Educación y con el de Cultura para ser puente entre nuestro mundo lingüístico y cultural y la Europa a la que pertenecemos.

XXI El Instituto Cervantes debe ayudar a la difusión de nuestra industria cultural en el extranjero. Y en este sentido colaborará con instituciones como la SGAE, Cedro, Vegap y tantas otras afines españolas e hispanoamericanas.

XXII Los directores de la Casa Árabe, Asia, Sefarad y América serán elegidos entre aquellos directores de los Institutos Cervantes que hayan desempeñado su acción en estos países y continentes, y conozcan sus lenguas.

XXIII El Instituto Cervantes es la más alta representación de nuestra lengua y cultura en el exterior, y ella debe ser el soporte sobre el cual gire nuestra acción educativa y artística en el mundo.

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