El legado de Fernando Pessoa, más vivo que nunca en Lisboa

La capital portuguesa conmemora los ochenta años de la muerte del poeta

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Lisboa se viste de gala para conmemorar los 80 años de la muerte de Fernando Pessoa. El gran emblema literario de la ciudad se muestra omnipresente, como un demiurgo que invade todos los rincones.

La tristeza de aquel 30 de noviembre de 1935, cuando las complicaciones hepáticas acabaron con su vida, se convierte hoy en sentido tributo. De Campo de Ourique, lugar que acoge la casa-museo a él consagrada, al Largo de Sao Carlos, donde nació. De la Rua dos Douradores, otro de los enclaves que lo albergaron durante un tiempo, al restaurante Martinho da Arcada, ubicado en la Praça do Comercio y que solía frecuentar el autor del «Libro del Desasosiego».

Huella

Resulta casi imposible dar un paso por Lisboa y no encontrar su huella: la estatua favorita de los turistas en la terraza del Café A Brasileira, sus obras maestras en el escaparate de la Librería Bertrand (la más antigua del mundo)… Y ahora el culto se encarna en numerosos homenajes.

Así, por ejemplo, puede visitarse la Casa-Museo Pessoa de forma gratuita, incluidas lecturas de sus poemas.

Tal vez uno de los momentos más emotivos se viven en el Teatro da Cornucópia, que lleva cuarenta y dos años en pie y está dirigido por el veterano actor Luis Miguel Cintra, toda una institución en la escena del país vecino. Él será el anfitrión de la velada «Nuestra angustia natural de pensar: Fernando Pessoa y las marcas que dejó en la poesía portuguesa», con las aportaciones de José Manuel Mendes, Guilherme Gomes y Luisa Cruz.

«Spoken word»

El Music Box, templo de la modernidad lisboeta en la zona nocturna de Cais do Sodré, abrió sus puertas al universo de Pessoa. Normalmente, suena la mejor música negra y electrónica entre sus paredes, pero en esta ocasión se celebra una sesión del DJ Rui Hermenegildo sobre un recitado de Ricardo Henriques. Una especie de «spoken word» en clave lusa.

Nicolás Tricot y Ana Deus presentan el disco-libro «Bruta / Doutor Tristeza», dedicado al genial escritor, que exhibió en su día su pasión por el fado, tal cual retrata la composición «Ha uma música do povo», una de las preferidas de la cantante Mariza.

Por supuesto, la radio pública de Portugal tampoco puede olvidarse del gran tótem: Gabriela Canavilhas y Laborinho Lúcio se afanan en proclamar las maravillosas experiencias literarias brindadas por Pessoa, cronista del alma lusa y «culpable» de que diversas generaciones se hayan enganchado a las letras como tabla de salvación frente a la superficialidad de la vida moderna.

Solidaridad

Incluso va a cristalizar una iniciativa de corte solidario: Miguel Horta trabajará con un grupo del Hospital Júlio de Matos en una suerte de terapia poética. Todos juntos tienen previsto salir a las calles para que los versos del gurú de «Mensaje» se acerquen aún más a los ciudadanos gracias a las palabras de sus heterónimos.

En el Largo de Sao Carlos, el hogar donde vino al mundo Don Fernando, se encargan de leer textos Miguel Loureiro, Paulo Pinto, Marcello Urgeghe o Carla Bolito. Una reivindicación literaria no sólo centrada en Pessoa, sino también en Almeida Garrett, Jorge de Sena, Cesário Verde, Antonio Tabucchi o José Saramago.

Precisamente, la Fundación que vela por el legado del Nobel portugués (al final de la Rua dos Bacalhoeiros, no lejos del Museu do Fado) se ha sumado de forma muy activa a todos estos tributos colaborando para poner en pie una ruta conjunta. La consecuencia es que, además del rastro de Pessoa, puede seguirse en Lisboa también la estela del autor de obras tan fundamentales como «Ensayo sobre la ceguera». El desasosiego existencial de ambos se erige en la fuente de inspiración de dos artistas que alzan igualmente su voz coincidiendo con la efeméride: Leonor Brilha en la casa-museo de Campo de Ourique y Mariana Dias Coutinho en la Galería de Arte Urbana de la Rua do Alecrim.

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