Los buitres, el nuevo animal «sagrado» de la India

En este país asiático doscientos millones de vacas comparten protagonismo con los buitres de pico largo

Una torre del silencio, donde los parsis entierran a sus muertos a la espera de que los buitres pogan fin al ciclo de la vida Wikipedia

Pedro Gargantilla

Su cuello desnudo rodeado de un collar de plumas largas, estrechas y flexibles, unido a un pico esbelto hace que la figura de esta ave carroñera sea indiscutible. Su existencia está inexorablemente unida al vocablo cadáver que, por cierto, deriva del latín «caro dato vermibus» (carne dada a los gusanos).

A pesar de que su apariencia es poco atractiva para la mayoría de las personas, los buitres desempeñan un papel importante en los ecosistemas. Sus hábitos alimentarios permiten controlar la materia orgánica en descomposición, que de no hacerlo se convertiría en un foco para diversas enfermedades.

Amigos de los parsis

Se estima que en este momento hay en el mundo cien millones de parsis, los descendientes de los persas que emigraron mediados del siglo VII a la India para escapar a la persecución de los musulmanes.

Los parsis son miembros de la religión zoroástrica, creada por el profeta Zaratrusta . En su cosmogonía defienden la existencia de cuatro elementos sagrados: fuego, tierra, aire y agua. El fuego proporciona el calor, la tierra es necesaria para el crecimiento de las plantas, el aire es el motor de vida de plantas y animales y, por último, el agua es necesaria para la supervivencia de todos los seres vivos.

Como estos cuatro elementos son divinos, los parsis tienen prohibido contaminarlos con sus cadáveres, que son considerados impuros. Por este motivo recurren a los buitres para llevar a cabo el rito funerario, son estas aves las que ponen fin al ciclo de la vida.

Malabar Hill es uno de los barrios de Mumbai -la antigua Bombay- que congrega a un elevado número de parsis. Allí se encuentran las famosas Torres del Silencio , construcciones de tipo circular donde los parsis dejan a sus fallecidos para que los buitres hagan el resto.

Las Torres del Silencio están formadas por tres círculos concéntricos, en el más interno se colocan los hombres, en el intermedio las mujeres y en el externo los niños. Este lugar es privado, un tupido follaje lo protege de las miradas indiscretas y estas construcciones tan solo pueden ser observadas desde los rascacielos próximos.

Por culpa del diclofenaco

La comunidad de los buitres en el subcontinente indio se ha visto seriamente amenazada en las últimas décadas, ha pasado de treinta millones -en los noventa-, a unos diez mil en la primera década de nuestro siglo.

Al parecer, la muerte masiva de estas aves rapaces se debe a la insuficiencia renal provocada por el diclofenaco. Un antiinflamatorio no esteroideo muy extendido y que produce necrosis de las células del túbulo contorneado proximal de las nefronas de los buitres.

Estas aves se alimentan de restos humanos y animales domésticos tratados con este antiinflamatorio, que se acumulan en su organismo provocando una toxicidad irreversible.

Para poner fin a esta extinción, el gobierno hindú decidió tomar cartas en el asunto y proteger a los buitres, ordenando reemplazar diclofenaco por meloxicam, un antiinflamatorio más costoso pero menos tóxico.

Una sentencia judicial protegió a estas aves al catalogarlas como «trabajadores sanitarios», al considerar que de su actividad se deriva un bien para la salud pública.

Parece ser que las medidas han comenzado a dar los resultados esperados y desde el año 2012 se ha observado una recuperación gradual del número de buitres de pico largo en esta región asiática. Esperemos que la tendencia permanezca y pueda celebrar durante mucho el Día Internacional del buitre, una festividad que tiene lugar cada primer sábado del mes de septiembre.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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