Dos niños hacen un volcán casero
Dos niños hacen un volcán casero - Jason Cross/Flickr
vuelta al cole

Cómo hacer un volcán en casa

Un experimento fácil, barato y divertido que no falla nunca

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Es probable que lo haya hecho en la clase de ciencias del colegio y quizás le gustaría repetirlo con sus hijos en casa. ¿Recuerda el experimento del volcán casero? Es muy sencillo y, para lo poco que requiere, tiene unos resultados espectaculares que entusiasman especialmente a los más pequeños. Solo necesita los siguientes «ingredientes», muy fáciles de conseguir: un botellín u otro pequeño recipiente de plástico, bicarbonato sódico (en farmacias o droguerías), detergente líquido (el de lavar los platos sirve), vinagre, pimentón o colorante alimentario rojo, plastilina, arcilla o papel maché, gafas protectoras.

Para empezar, debe construir el volcán con plastilina, papel maché o arcilla (aquello que tenga más a mano y maneje mejor) alrededor del recipiente de plástico, que hará las funciones de cráter.

Según las dimensiones del recipiente, el volcán será más o menos grande, y más o menos fiel a la realidad según sus habilidades artísticas.

Después, echamos en el recipiente el bicarbonato sódico. Dos o tres cucharadas son suficientes. A continuación, añadimos unas gotas de detergente o jabón líquido para conseguir que la lava tenga burbujas y, acto seguido, el colorante, que puede ser pimentón, para que la lava adquiera un color rojizo.

Damos vueltas a nuestra mezcla con una cuchara y, para rematar, vertemos un buen chorro de vinagre y nos retiramos un poco para evitar salpicaduras. Se producirá entonces una reacción química entre el bicarbonato sódico y el vinagre que provocará la erupción volcánica. Es recomendable llevar puestas las gafas protectoras.

Una variante de este experimento contempla ponerle una tapa al cráter para que ofrezca resistencia, aumente la presión y la erupción sea más violenta, pero resulta algo más peligroso si hay niños pequeños cerca y la habitación donde se haga el experimento puede sufrir las consecuencias. No se preocupe por las manchas si ha conseguido una erupción de primera, el experimento nos permite ver cómo se produce el fenómeno sin necesitar las altísimas temperaturas que en realidad hacen falta en la naturaleza y, de forma lúdica, despierta el interés por la ciencia entre los más pequeños. Y, por supuesto, ¡no es tóxico!