los martes, toros

Un ¡desperta ferro! cada vez más fuerte

En este tiempo se consumó la prohibición, se cerró la Monumental, pero el grito de libertad sigue vivo

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Recuerdo la zaragozana Feria del Pilar de hace cinco años, cuando un grupo de entusiastas y jóvenes -en edad o en espíritu- catalanes se plantaron en los tendidos de la plaza de la capital aragonesa reclamando ayuda y solidaridad y clamando libertad. El Parlament hacia tres meses que había firmado la abolición de las corridas de toros y los aficionados catalanes salieron al vecino Aragón a lanzar su voz, a destapar su pasión por mucho más que una afición, por una forma de vida.

Recuerdo que se presentaron bajo las siglas de la Utyac (Unión de Taurinos y Aficionados de Cataluña), y en el comunicado que repartieron entre los espectadores señalaban: «Los aficionados catalanes nos vemos obligados a buscar el apoyo de todos para reivindicar nuestro derecho constitucional a seguir viendo toros en Cataluña.

Estamos aquí para que nos ayudéis a no ser los primeros. Estamos aquí porque no estamos dispuestos a aceptar que nos arrebaten la libertad de asistir a una corrida de toros, porque nos sentimos engañados y utilizados por nuestros políticos. Estamos aquí para que nos acompañéis en nuestro grito de libertad».

Ha pasado un lustro desde aquel primer «¡desperta ferro!» de unos nuevos almogávares que volvían a su cruzada. En este tiempo se consumó la prohibición, se cerró la Monumental, pero el grito de libertad sigue vivo. Cada vez más fuerte, cada vez más emocionado, cada vez más sincero. Advirtieron entonces que los aficionados catalanes no querían ser los primeros, y todo el proceso urdido durante tres décadas contra la Fiesta en Cataluña se esta reproduciendo ahora en otros lugares a velocidad de vértigo.

Y así, mientras el sector no reacciona ante la gran mentira política que significa la lucha antitaurina, ante la excusa de la defensa de los animales que para las mismas siglas sirve en un lugar y no unos kilómetros más allá, los aficionados mantienen una admirable lucha que sirve además para mantener económicamente todo el entramado taurino. Recuerdo que hace cinco años se lanzó por primera vez un «¡desperta ferro!» que, sin claudicación alguna, se sigue gritando cada vez más fuerte.

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