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El Rey Don Felipe interviene ante la Cumbre de Desarrollo Sostenible, que congrega a más de 150 jefes de Estado - efe

El Rey afirma que España aportará el 0,7% del PIB al desarrollo en 2030

Don Felipe cree «esencial» el éxito de la cumbre de París por el desarrollo sostenible

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Un doble «compromiso», con la ayuda al desarrollo y con el cambio climático. El Rey de España expresó ayer a la Asamblea de Naciones Unidas su firme convicción de que nuestro país estará a la altura de las exigencias de la llamada Agenda del Milenio, la gran iniciativa impulsada por la ONU coincidiendo con el cambio de siglo.

Durante su alocución al plenario, Don Felipe concretó cada uno de esos retos en su convicción de que España dedicará el 0,7% de su Producto Interior Bruto (PIB) a las naciones menos desarrolladas en el entorno del año 2030 y de que nuestro país también está plenamente comprometido para que sea un éxito la cumbre de diciembre en París, que reunirá a todos los países en pos de ese objetivo.

«Es esencial que sea así», proclamó.

Siempre con 2030 como gran referencia, año al que apunta la denominada Agencia de Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Rey apoyó su convicción en que nuestro país ya cumplió con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el programa anterior con el que la ONUimpulsó y amparó su primera ofensiva para reducir la brecha entre los países ricos y pobres, y para el que España se convirtió en «el país que llevó a cabo una mayor aportación individual». Don Felipe no quiso ahorrar compromisos: «Todos somos responsables de su culminación, y España va a contribuir a que así sea».

El Monarca abrió su discurso con una alusión a la nueva generación de habitantes del planeta, que serán los jóvenes de 2030, para los que el objetivo es aportar herramientas que posibiliten «cambiar el mundo y liberarlo de la pobreza extrema y el hambre».

Y citó al Papa Francisco, que había intervenido durante la mañana ante la Asamblea, y a su encíclica «Laudatio Si», en la que aboga por un desarrollo sostenible y por «devolver a la Naturaleza todo lo que tomamos de ella».

Partiendo de la misma tesis, el Rey se refirió a amenazas globales como la guerra de Siria para concluir que había que extender la globalización de las finanzas a «la globalización de la solidaridad, la equidad, el conocimiento y la libertad».

Generar oportunidades

En su relato de las herramientas necesarias, Don Felipe quiso poner el acento en «la necesidad de generar oportunidades en la educación y en la creación de puestos de trabajo», que a su entender deberán atender a «los jóvenes de manera especial, hacia los que España es particularmente sensible».

Cuando desarrolló la necesidad de que cada país alcance el mínimo de aportación del presupuesto nacional, que simbólicamente se ha venido fijando en el 0,7%, el Rey llamó la atención hacia el hecho de que «los países en desarrollo no son los únicos que deben ser objetivo; también los países de renta media deben ser tratados y seguidos con especial atención».

El bien común

Su discurso también hizo una parada en la figura del español Francisco de Vitoria, considerado uno de los fundadores del Derecho Internacional y a quien valoró como «una de las mejores mentes en el inicio de la Modernidad». Según explicó, fue uno de quienes asentaron la que hoy es convicción generalmente asumida: «Todos formamos parte de una comunidad global regida por el derecho y orientada a la consecución del bien común».

Para concluir su intervención, Don Felipe se erigió en representante del «sueño» de todos los españoles de lograr los objetivos marcados, «como cuando hace setenta años el nacimiento de la Organización de Naciones Unidas supuso el primer paso de ese gran sueño». Y remató: «Los españoles del siglo XXI creemos en ese sueño y queremos hacerlo realidad. Es nuestra convicción. Es nuestro compromiso».