Editorial

Varapalo a Hollande

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Las elecciones locales en Francia han sido una ocasión de oro de los electores para manifestar su rechazo a la gestión socialista de los asuntos públicos, pero también acusan el auge del desapego por la política. Esto ha sido expresado por una abstención altísima (más del 37% del censo) y por un anómalo elevado porcentaje de votos nulos. El coloquialmente descrito como 'voto del cabreo'. El resultado ha dado al centro-derecha una amplísima victoria que no preveían los sondeos y eclipsan un tanto el asunto estrella de la jornada: los resultados del ultranacionalista y populista Frente Nacional, un 6,8% de los votos y once alcaldías. Es poco, pero suficiente para decir, sin mentir, que se impone como un actor potencialmente estable del escenario político francés. La debacle socialista es un gran desafío para el presidente Hollande, ya en caída libre en las encuestas. Su inmediata decisión de nombrar un nuevo Gobierno con Manuel Valls de primer ministro es una respuesta de libro, pero dudosamente suficiente para cambiar el rumbo, iniciar una recuperación económica comprobable en la creación de empleo. Tal es, sencillamente, la explicación central, aunque no la única, de lo sucedido.