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«Cuanta más represión, más próspera será la Cofradía»

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Desde que Gamal Abdul Naser les ilegalizara en 1954 comenzó la relación imposible entre los Hermanos Musulmanes y el otro gran poder del país, el Ejército, que es quien se ha impuesto en este último combate librado en verano. Una relación con pactos puntuales en el pasado «que ahora no son posibles porque ha corrido demasiada sangre. Para el Ejército la única negociación posible es que la hermandad acepte el golpe y esto no parece posible», piensa Walid Sharabi, juez suspendido de empleo y sueldo por mostrar abiertamente su oposición al golpe militar. La ilegalización y la ejecución de sus líderes a lo largo de sus 85 años de historia no han evitado que su ideología se haya extendido por todo el mundo y que en Egipto el trabajo de sus organizaciones caritativas sea básico para la subsistencia de millones de personas en las zonas rurales.

«Realmente es imposible saber el estado real de la hermandad. Lógicamente, tantas detenciones han hecho daño a su estructura, pero como nunca han sido transparentes, ni cuando estuvieron en el poder, siempre queda la duda del apoyo real que siguen teniendo», opina el profesor de la Universidad Americana de El Cairo, Ibrahim Awad, para quien «la política represora actual es un error. La Cofradía ha perdido más en un año en el poder que en ocho décadas de clandestinidad, donde mejor se desenvuelven es en la sombra. Cuanta más represión, más prósperos serán los Hermanos Musulmanes».

Cuentan con organizaciones afines en 75 países, no hay coordinación administrativa entre ellas, pero las directrices espirituales parten del Consejo del Guía de Egipto, en el que sólo Mahmud Ezzat está fuera de la cárcel en estos momentos. Luego en cada país la hermandad forma sus propios partidos, con nombres distintos, y adapta su política a las circunstancias correspondientes.