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Un equipo «médico» para curar al bodegón número 19

Un grupo de profesionales de la restauración se encarga desde hace meses de recuperar el patrimonio artístico que se encuentra en la Iglesia Mayor Prioral

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
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En un bodegón de la Plaza de Toros, el número 19, en la tranquilidad y en el silencio de una plaza vacía, se pueden encontrar a seis personas vestidas con batas blancas. Cualquiera podría pensar que son médicos que se encuentran en un escenario diferente al de un hospital, pero no lo son, son restauradores, aunque en cierto modo son un tipo de médico, unos doctores diferentes, con unos pacientes distintos, unos enfermos que no hablan pero que observan como el tiempo los desgasta poco a poco sin poder quejarse.

Estos «médicos» del arte se están encargando desde hace meses de restaurar el patrimonio artístico que se encuentra en la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto de Santa María. Cinco hombres y una mujer dedican horas de su tiempo libre a conseguir que dicho patrimonio no sea devorado por el olvido.

Este equipo técnico está compuesto por tres pintores: José Sánchez González, José Zamorano Franco y Juan Antonio Fernández Caamaño y tres restauradores licenciados en Bellas Artes como son: María del Mar Maraver Becerra, Salvador Rodríguez Romero y el director José Ramón Villar Juan. Aunque tampoco se puede olvidar la memoria prodigiosa de Manolo Girón, el archivero, quien les ha facilitado el trabajo en varias ocasiones.

Esta labor de meses, ahora llevan 6 trabajando, la realizan, como ellos dicen, por amor al arte, sin ninguna gratificación económica, sólo el orgullo de ver el trabajo bien hecho. Cuentan con la única ayuda económica de aportaciones de portuenses y socios de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, la cual consigue sufragar el gasto de los materiales necesarios, y la cesión por parte del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María de un lugar de trabajo en la Plaza de Toros, todo para conseguir mejorar la salud de las obras pictóricas.

Ahora se encuentran con la restauración de la pintura 'La madre de los Macabeos', un cuadro de mediados del siglo XIX, del pintor sevillano José María Rodríguez Posada. El «enfermo», tal y como nos comenta el director del equipo, «llegó muy deteriorado, había peligro de desprendimiento de policromía e incluso con una rotura importante en la tela, estaba en la UCI».

Los primeros pasos en una restauración, son lentos y laboriosos. El equipo técnico utiliza todo el potencial de sus sentidos para detectar las posibles dificultades que se encontrarán en el largo camino. Un proceso que, como un médico, no sabe cuánto durará. Tal y como expresa su director José Ramón, «el cuadro es el que manda, no se sabe cómo puede reaccionar en alguna de las fases».

Procesos

Al igual que un cirujano, el restaurador también necesita de un bisturí para realizar su trabajo, pero en este caso es de limpieza. Como el que está limpiando a mano y mediante unos trazos extremadamente delicados, el profesional va limpiando fibra a fibra la suciedad acumulada de siglos. Posteriormente, proceden a eliminar la humedad que habían utilizado para su limpieza.

'La madre de los Macabeos', pasa a la siguiente fase del tratamiento, el fortalecimiento de su estructura, añadiéndole una «prótesis» de lienzo para que su esqueleto coja más fuerza.

Como si de un cirujano plástico se tratara, los restauradores le realizan diferentes tratamientos para eliminar las partes envejecidas de la obra, y recuperan zonas que el tiempo, la humedad y algún otro accidente se llevaron para siempre.

A la hora de recuperar su aspecto original, los pintores afinan su vista y el pincel para conseguir el mismo tono de color que el existente, utilizando en este caso pigmentos al barniz, colores que van mezclados con el mismo barniz que ha sido utilizado anteriormente. Este trabajo se realiza pintando «a pequeños puntos» para que conserve su autenticidad.

Ahora, 'La madre de los Macabeos' se encuentra en su último proceso de recuperación, pronto recibirá el alta y podrá lucir ante los portuenses como el primer día, gracias a los médicos del bodegón 19.