PAN Y CIRCO

CAMBIO RADICAL

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Todos coincidimos en que en verano se hizo todo mal. La clasificación dejó bien claro las vergüenzas de una planificación horrenda. Ahora, con tiempo para sondear el mercado, parece que se ha acertado con las llegadas. Comenzando por el entrenador, al que sus métodos le están dando resultado y terminando por los jugadores fichados. Son válidos, han llegado para aportar. El equipo es otro, no hay ningún burlón que nos saque los colores por esos campos. Que nadie espere buen fútbol, tampoco hay mimbres, pero al menos se deben ir sacando partidos hacia adelante y alejar la zona de peligro. Los optimistas esperan una remontada épica que acabe con el equipo jugando la fase de ascenso. A peor no vamos a ir, dicen. Por otra parte, los más Catastrophicos no miran más allá de eludir el piso de abajo que aunque pueda parecer un sitio caliente lo que hace es mucho frío, ahí habitan gatos callejeros y animales con ansias de arañar. Salir de esa zona pronto, lo suficiente como respirar a la espera que alguien venga y cante las verdades del banquero aguardando una inversión palpable en la que los euros no sean los del Selu y los suyos. Aquí no hay ninguna lámpara de la que pueda salir un genio al que pedirle el ascenso. Nadie tiene esa magia en las botas como para hacernos soñar. La que nunca falla es la afición. Una grande orgullosa que sabe que no ‘to er mundo puede ser de cai’. Siguen al pie del cañón, deseando que aparezca Robin del bosque y los suyos para salvar el desastre de un año que puede pasar en blanco. Mientras algunos esperan que salga la Borriquita, otros disfrutan del Carnaval, pero todos desean que ante el Betis B se gane para alejar unos recortes deportivos que en los últimos años tienen un gran remolino formado en el sentir cadista. Soñemos, con algo mejor que para sufrir siempre hay tiempo. Este año no hay pelotazos, el nivel es mediocre y alguno ya tiene el cajonazo adjudicado. A partir de ahí solo se debe crecer.