Sociedad

Los españoles consumen más somníferos y tranquilizantes en tiempos de crisis

Los hipnosedantes se convierten en la tercera droga más utilizada en el país, mientras descienden alcohol, tabaco y cannabis

MADRID. Actualizado: Guardar
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El abuso de hipnosedantes en España se ha disparado en los últimos seis años. Estos tranquilizantes y somníferos han pasado de representar menos del 5% del consumo en 2005 al 11,4% en 2011 y convertirse en la tercera droga más habitual tras el alcohol y el tabaco. Este auge coincide con los años de la grave crisis económica, una relación que los expertos no descartan, aunque no pueden confirmar tajantemente. Sin embargo, mientras desciende el consumo de tabaco, alcohol, cannabis o cocaína y el resto de drogas, los hipnosedantes repuntan considerablemente. Así lo pone de manifiesto la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas de la población entre 15 y 64 años, elaborada por el Ministerio de Sanidad y presentada ayer.

«No descarto que exista una influencia de la crisis en el consumo de hipnosedantes», explicó el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Balbín. El uso de este tipo de fármacos tiene especial incidencia entre las mujeres -a diferencia del resto de sustancias-, cuyo porcentaje de consumo duplica a los hombres (15,3% frente a 7,6%, respectivamente). Esta diferencia es mayor cuanto más edad hasta alcanzar el máximo de un 27% de consumo en mujeres entre 55 y 64 años.

La adquisición de estos productos se realiza en las farmacias, donde muchos pacientes lo compran los pacientes para automedicarse. «Esto supone un peligro para la salud», aseguró Balbín, quien insistió en la importancia del papel del profesional sanitario para detectar estos casos. En cualquier caso, el delegado del Gobierno aseguró que la tendencia creciente de los tranquilizantes es generalizada en los países europeos.

Más allá de los sedantes, el Gobierno se ha marcado como objetivo reducir el consumo de alcohol entre los menores. En la actualidad no hay una normativa unificada en todo el país sobre este asunto. Para corregirlo el Ejecutivo quiere legislar y homogeneizar el centenar de leyes existentes y dificultar el acceso de los menores al alcohol. «Vamos a acabar con el botellón», afirmó el delegado del Gobierno, quien se mostró muy crítico con aquellas comunidades autónomas que facilitan un espacio acotado para celebra estas concentraciones. Pese a todo, Balbín aseguró que la actuación será en todos los frentes, tanto en el marco legislativo como el pedagógico. «Hay que considerar el botellón como un problema de salud pública», reconoció.

Sin percibir riesgo

El 76,6% de la población asegura haber consumido alcohol durante los últimos 12 meses. Sin embargo, Babín mostró su preocupación por la «baja percepción» de riesgo de los jóvenes en el consumo de alcohol. Menos de la mitad de los jóvenes creen peligroso el consumo de cinco o seis copas el fin de semana. Una percepción que contrasta con más del 80% que considera perjudicial fumar un paquete de tabaco diario o el 70% que ve peligroso el consumo de cannabis una vez al mes. El inicio de acceso al alcohol se sitúa en los 16,7 años, el más bajo solo por detrás del tabaco (16,5 años). Esta falta de sensación de riesgo en el consumo de alcohol se traslada a las intoxicaciones etílicas. De hecho, el 41,3% de los hombres entre 15 y 34 años se ha emborrachado durante el último años, una cifra que disminuye al 23,5% en mujeres.

Otro punto negro, aunque algo menos, es el consumo de cannabis. Ha descendido un punto porcentual respecto a 2009 hasta el 9,6%. Pese a todo es la cuarta droga más consumida. Los jóvenes entre 15 y 24 años son quienes más consumen esta sustancia (14,7%). También desciende el consumo de la cocaina cuatro décimas hasta el 2,2% -España sigue liderando el ránking de esta sustancia- o de otras drogas como el éxtasis o las anfetaminas. Respecto a las drogas emergentes, que por primera vez se incluyen en el estudio, las más consumidas son las denominadas setas mágicas (3,5% en hombres y 1,2% en mujeres), mientras que el resto, ketamina o metanfetamina, apenas superan el 1% o menos.