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Al Falla, contra viento y marea

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E n Cádiz no estamos acostumbrados al mal tiempo por muy invierno que sea y mucho menos a ciclogénesis explosivas. En cuanto caen más de tres gotas seguidas, abandonamos todo plan que requiera salir a la calle y nos recluimos en casa bajo el mantra «sofá, manta y película», a ser posible en sesión doble. Por eso sorprende tanto que con el temporal de estos días hubiera gente que decidiera por voluntad propia sacar la silla de la playa y las mantas a la calle y aguantar lo que haga falta por conseguir una entrada para el Concurso de Agrupaciones del Falla. Y ni siquiera es para la final. La pasión es así. Ayer mismo, uno de los que se encontraban en los primeros puestos me comparaba su espera con la de otras actuaciones como la de David Bisbal o Madonna, «cada uno espera por lo que quiere», me dijo. Y sin embargo no crean tanta polémica como las largas colas en los aledaños del Falla. Estamos acostumbrados a ver a adolescentes acampar durante días para conseguir una entrada para Justin Bieber o Rihanna, a veces incluso acompañados de sus abuelas, incapaces de negarles esa ilusión a sus nietos, pero cuando la cosa se trata de Cádiz y de Carnaval, la perspectiva cambia. El debate vuelve a estar en cuál es la mejor manera de vender las entradas sin tener colas desde 48 horas resistiendo grandes dosis de agua y viento. Internet abre demasiado el abanico y deja sin boleto a los de la ciudad como ya pasó en años anteriores pero por otra parte, tener a gente esperando desde dos días antes tampoco es una solución. Los integrantes de la cola intentaron ayer por todos los medios que las taquillas adelantaran el horario de la compra, aunque solo fuera por consideración por el mal tiempo pero de ceder a esta presión lo único que provocarían es que el año que viene los aficionados del Carnaval cojan número todavía con más antelación. Lo que sí está claro es que desde el Patronato del Carnaval se debe seguir trabajando en mejorar el sistema de venta de entradas, quizás no permitiendo las colas durante tanto tiempo o diversificando los puntos de ventas como la Central Lechera o el Baluarte de Candelaria. Al menos, siempre quedará la retransmisión por televisión.