La manifestación de Madrid, en Colón. :: J. MARTÍN / EFE
Economia

El Ejecutivo dice escuchar las protestas pero no variará su política

Oposición y sindicatos censuran la «soberbia» del Gobierno y le advierten de que «la gente está saliendo de la apatía»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Pese a que en apenas nueve meses ha tenido que enfrentarse a dos huelgas generales, el ejecutivo de Mariano Rajoy no piensa variar un ápice el rumbo de su política de ajustes. El Gobierno insistió en esa idea un día después de la jornada de paro -con seguimiento desigual en función de la actividad y el área geográfica- y movilizaciones ciudadanas vivida este miércoles en España y otros países europeos. Mientras, la oposición y los sindicatos coincidieron en critica la «soberbia» del Gobierno y le advirtieron de que la gente «está saliendo de la apatía».

«Desde luego que atendemos las opiniones de sindicatos, partidos y otros colectivos, pero tenemos que tomar las medidas, porque los ciudadanos nos han dado esa responsabilidad, que consideramos más adecuadas en un momento de crisis», manifestó Soraya Sáenz de Santamaría durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. La vicepresidenta del Gobierno no quiso entrar en valoraciones «subjetivas» sobre el éxito o el fracaso de la huelga, pero sí quiso «poner en valor la coherencia» del Partido Popular respecto a este tipo de movilizaciones en contraposición con la actitud del PSOE, que se sumó a las protestas del 14-N. «Rajoy, que antes era líder de la oposición, opinaba lo mismo sobre las huelgas que como presidente del Gobierno», recordó la número dos del Ejecutivo popular, quien insta a los políticos socialistas a «explicar a los ciudadanos por qué su posición es ahora ésta y era diferente en otros momentos».

Sáenz de Santamaría aclaró el motivo por el que la ministra de Empleo, Fátima Báñez -cuyas últimas declaraciones públicas han estado rodeadas de una intensa polémica-, no compareció el día anterior para ofrecer la valoración del Gobierno sobre la jornada de huelga. La tarea le fue encomendada al ministro de Economía, Luis de Guindos, porque, además de que se encontraba ese día en el Congreso, las protestas iban dirigidas «contra la política económica del Gobierno en su conjunto».

Mientras el Ejecutivo de Mariano Rajoy apela a su responsabilidad institucional y al respaldo logrado en las urnas para mantener su programa de reformas, oposición y sindicatos le acusan de «menospreciar» el «clamor por un cambio de políticas». La portavoz del PSOE en el Congreso, Soraya Rodríguez, sostiene que «más allá de la guerra de cifras» respecto al seguimiento de la huelga y la asistencia a las manifestaciones, la protesta por la política económica del Gobierno contó con «un amplio respaldo». «El Gobierno debería escuchar, no menospreciar ni pasar página de lo que pasó ayer (por el miércoles)», aseguró.

Los sindicatos fueron un poco más allá en sus valoraciones. Además de considerar que el seguimiento del paro fue mayor al del pasado 29 de marzo -pese a que datos como el consumo de electricidad, que cayó un 12,7%, no respaldan esa apreciación-, lanzaron una advertencia al Gobierno. «La gente está saliendo de esa suerte de apatía y de resignación», valoró el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, en declaraciones a Antena 3. A su juicio, el 14-N «marcará un antes y un después» en las movilizaciones ciudadanas no solo en España, sino en el conjunto de Europa. Por eso, cree que los dirigentes europeos «están obligados a reflexionar que no hay salida solo en la austeridad».

Frutos inmediatos

Su homólogo de UGT, Cándido Méndez, cree que la protesta sirvió para dar frutos inmediatos, como la comparecencia -el mismo día en que se celebraba la huelga- del comisario de Asuntos Económicos de la Comisión Europea (CE), Olli Rehn, en la que adelantaba que no se exigirán más ajustes a España. En su opinión, el hecho de que el vicepresidente de la CE anunciara que «no iba a aumentar el garrote vil al que nos tiene sometidos la Comisión, ya es un primer resultado de la huelga que debía reconocer el Gobierno».

A juicio de los empresarios, la incidencia de la huelga fue «escasa, por no decir nula». El presidente de la CEOE, Juan Rosell, insistió en que la convocatoria había sido «inoportuna» para la imagen de España «porque a la mínima que creamos cualquier conflicto o quemamos contenedores salimos en los medios internacionales».

El máximo responsable de la patronal, presente en el VIII Encuentro Iberoamericano de Empresarios que se celebra en Jerez de la Frontera (Cádiz), considera que hubiera sido «mejor» y menos dañino para la imagen de España en el exterior la simple convocatoria de una manifestación en lugar de una huelga.