PAN Y CIRCO

BALÓN DE ORO

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Messi, Cristiano Ronaldo, Casillas, Iniesta, Xavi, Sergio Ramos. La lista de favoritos para conseguir el Balón de Oro cada vez es más y más larga; el ímpetu con el que se defienden las candidaturas es más y más intenso; y el prestigio del premio es menos y menos creíble. Y eso que no nos enteramos demasiado de lo que pueden decir en Inglaterra, Italia, Francia o Alemania. Igual también habría que postular a Aulestia o Pedro Carrión, ya que nos ponemos.

Se quejaba Caparrós hace unos días de que el baloncito de marras debía quedar «desierto, por pesados», y no le falta razón, un hombre de los llamados 'de fútbol', al que le gustan los campos de barro, el trabajo en equipo y el cuidado de la cantera. Están mediatizando y marketizando tanto que las reglas que pusieron su base en Cambridge en 1863 resultan ya lo de menos. Botas, camisetas, peinados, celebraciones, coches, egos y envidias ganan por goleada a horas y horas de entrenamiento, solidaridad, vivencias, superación, esfuerzo y talento.

El futbolista es un chico con cualidades físicas al que un grupo de personas se encargan de rodear desde muy pequeño para convertirle en un 'producto' al que sacarle rendimiento económico con el paso de los años. Suena duro, pero es así. Es una lectura radical pero se acerca mucho más a la realidad que el romanticismo de antaño. Y muchos se han quedado por el camino después de depositar buena parte de las ilusiones con las que comenzaron a dar patadas a un balón.

El Balón de Oro es la máxima expresión de ese sueño del futbolista y como tal un gran séquito se encarga de adularte de tal forma que te crees el rey del mundo, el más guapo, alto y fuerte. Luego ya llegarán las decepciones, las frustraciones y las rajadas, que también forman parte del negocio. Y la vida sigue... quedan dos meses para saber la decisión final.