La delegación del Gobierno colombiano sube al avión que les llevó a Oslo. :: EITAN ABRAMOVICH/ AFP
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Colombia quiere que Oslo sea su capital de la paz

El Gobierno y las FARC empiezan a dialogar en un «lugar secreto» de Noruega, un país acostumbrado a este tipo de procesos

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El apretón de manos entre el líder palestino, Yaser Arafat, y el difunto primer ministro israelí, Isaac Rabin, con el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, como testigo de primera fila es una fotografía que se ha quedado impresa en la memoria colectiva. El hecho tuvo lugar en Washington, en los jardines de la Casa Blanca, pero la gestación de este simbólico momento tuvo lugar a 6.200 kilómetros de la capital norteamericana. Nada de esto hubiese sido posible sin las duras negociaciones que tuvieron lugar en Oslo durante el verano de 1993.

Aquel proceso no tuvo el éxito esperado, aun así, Sudán, Filipinas y ahora Colombia han viajado a la capital noruega en busca del cese de la violencia y una solución definitiva a sus respectivos conflictos. Y es que parece que el empeño pacifista del país de los fiordos está incluido en el ADN de sus ciudadanos. El director del Centro Noruego de Recursos para la Construcción de la Paz (Noref), Mariano Aguirre, explica que el origen de este ánimo reside en la lógica de que «la mejor manera de garantizar la seguridad de un Estado con solo cinco millones de habitantes es promover un ambiente internacional estable».

Además, Aguirre destaca el hecho de que Noruega nunca ha sido una potencia colonial y que la confesión mayoritariamente protestante de sus ciudadanos también tiene su importancia, ya que es una Iglesia que promueve «ayudar al prójimo si uno ha tenido la fortuna de ser rico, y este país lo es gracias a sus recursos energéticos». «Los noruegos han demostrado que tienen paciencia suficiente como para comprometerse a largo plazo, que están dispuestos a hablar con todas las partes, manteniendo su neutralidad», añade.

Detalles logísticos

Está previsto que el diálogo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Juan Manuel Santos arranque hoy mismo en un «lugar secreto» a las afueras de Oslo. Los noruegos siguen estas negociaciones con interés, aunque mantienen la templanza que han desarrollado gracias a su tradición de albergar en su territorio este tipo de procesos. Ayer, aterrizaron los últimos negociadores de ambas partes y sus representantes celebraron un encuentro para definir los detalles logísticos todavía pendientes.

Las conversaciones comenzarán definitivamente sin un alto el fuego. Un cese de la violencia ansiado por la guerrilla y rechazado de forma rotunda por el Ejecutivo colombiano, que al final no ha llegado.

El Noref -que es una organización independiente que asesora entre otros a Naciones Unidas- no tiene ningún papel específico en este proceso de paz. Aun así, están confeccionando diversos documentos sobre aspectos como «el narcotráfico y la cuestión humanitaria» que pueden ser útiles en los próximos meses. Como en todo proceso de diálogo, Aguirre cree que ambas partes tendrán que renunciar a alguna de sus ideas principales. «Negociar es alcanzar ciertos objetivos pero difícilmente todos los que se pretendían cuando se estaba en guerra o conflicto armado», señala.