Los sesenta bodegones del coso taurino acogen desde almacenes hasta la sede de Ecologistas en Acción. :: LA VOZ
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60 huérfanos en la Plaza

El PSOE llevará a Pleno una propuesta para pedir al Gobierno local que recupere estos espacios del coso taurino con fines culturales y turísticos Los bodegones siguen infrautilizados como almacenes

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Los sesenta bodegones que acogen los bajos de la Plaza de Toros están infravalorados. Algunos ejercen como almacenes municipales de electricidad y mantenimiento urbano, otros -los menos- están ocupados por asociaciones, como Ecologistas en Acción. Pero la mayoría permanecen cerrados a cal y canto. Algo que no se debe permitir en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el coso taurino más grande de España. Así al menos opina el grupo municipal socialista, que presentará en el próximo Pleno una moción para que el Gobierno local recupere este equipamiento.

«Se podría instalar un centro para la atención de visitantes, un museo taurino, salas de conferencias, aulas de formación en materias relacionadas con la tauromaquia, e incluso posibilitar la apertura de comercios de souvenirs tradicionales». Estas son algunas de las ideas que propone el concejal del PSOE David de la Encina, quien defendió la acogida de eventos culturales, empresariales y turísticos. «Que pongan en valor la propia plaza, potencien nuestros símbolos tradicionales y permitan crear riqueza y empleo». También las peñas flamencas y tertulias taurinas que salpican la ciudad podrían cobijarse en el coso como un polo más de atracción a los aficionados y al turismo en general.

Hasta viviendas

La puesta en valor de los bajos del coso portuense es una asignatura pendiente que la ciudad arrastra desde hace décadas. Varios gobiernos han elaborado proyectos que se han quedado en un cajón. En este sentido, según las fuentes consultadas, el actual está perfilando uno nuevo, del que de momento no se han ofrecido detalles de forma oficial. Los bodegones siempre han hecho las veces de almacenes e incluso hubo una época, entre los cincuenta y los sesenta, que llegaron a acoger viviendas. De hecho, fue bajo el mandato de Fernando Gago como edil de la Plaza cuando se habilitó la sala rosa que hay en la entrada, donde residía el conserje.