EL RAYO VERDE

RECTA FINAL

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Con suerte cuando acabe esta semana dejaremos de oír hablar de esas cosas tan espesas como FLA, anticipo a cuenta, reparto del objetivo de déficit y otros 'marrones' que sólo se justifican porque de ello depende que muchos empresarios y trabajadores cobren, que la economía se engrase, que la comunidad funcione. Pero a pesar del marasmo, del miedo y la inseguridad, a pesar también del estado de necesidad en que viven cada vez más familias y de un récord en la tasa de paro, que a finales de septiembre afectaba a 1.055.109 andaluces, el buen rollo, el espíritu de colaboración entre el Gobierno central y el autonómico abre un rayo de luz entre las nubes.

Está claro que con colaboración es más sencillo resolver problemas que con una confrontación de manual, una oposición a todo lo que se mueva, indiscriminada. Es lo que la gente de la calle pide y lo que, parece, ahora los políticos de los dos Ejecutivos, han comprendido. De modo que a partir de las palabras mágicas «las comunidades son parte de la solución, no del problema», fluye el consenso: entre hoy y mañana se habrá alcanzado un acuerdo sobre el techo de deuda, ese que hizo a Andalucía dar un portazo por sentirse injustamente tratada en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. La negociación se ha basado en conseguir que no tuvieran trato de favor quienes más debían, que no se llevaran premio los peores gestores y parece que lleva camino de imponerse esta lógica. Lo sabremos en el transcurso de la semana. No será en el Consejo de Gobierno del martes, sino días después, cuando el Ejecutivo presente su petición de acogerse al FLA. Ya después veremos en cuánto se queda el llamado «rescate». Solo es seguro que los 4.906,8 millones no vendrán, sino entorno a unos 3.500.

Después, todo estará listo para elaborar los Presupuestos Generales de Andalucía, cuyo primer logro será simplemente existir. En julio, cuando la bronca del CPFF y la negativa del anticipo, se barajó la posibilidad de tener que anticipar elecciones por el acoso de Madrid. Hoy el escenario es otro y, aunque revele la destreza de Griñán, también habla mucho y bien del sentido de Estado del presidente Rajoy.