opinión

En manos de ineptos

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Este verano ha nacido una nueva estrella mediática. En realidad, un viejo conocido que siempre estuvo ahí pero que en los últimos días está copando la actualidad informativa: Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda. Sus asaltos a supermercados -en Arcos 'cayó' uno- y sus apariciones estelares en tertulias en un amplio abanico de programas de televisión le han rescatado de su pueblo para meterlo en el día a día de los españoles. La cosa podría resultar hasta simpática, pues no deja de ser un personaje pintoresco -es clavado al 'Risitas'- y además su discurso es admirable. Lucha contra las desigualdades, pan y vivienda para todos... ideas con las que todos estamos de acuerdo sin necesidad de ponernos un pañuelo palestino en el cuello.

Sin embargo, no tiene ni puñetera gracia. No la tiene porque más allá de lo anecdótico, nos hace reflexionar sobre un asunto importante: en manos de quién estamos. Es evidente que Sánchez Gordillo es un idealista y con esa única credencial lleva años gobernando y tomando decisiones que afectan al día a día de un buen puñado de gente. De acuerdo que ha sido elegido democráticamente, pero habría que plantearse si para formar parte de una lista debe ser necesario algo más que estar bien relacionado dentro de tu partido. La semana pasada el académico Arturo Pérez-Reverte lo planteaba en un excelente artículo titulado 'Políticos opositando: ahí los quiero ver'.

Es realmente grave que nuestro dinero lo administre gente que previamente jamás ha dado muestras de saber hacerlo. Personas sin oficio ni beneficio -más allá de afiliarse a un partido en su juventud- que un año dirige una delegación de Sanidad, al año siguiente de Hacienda, y luego de Educación. Sin tener el más mínimo conocimiento ni de medicina, ni de economía ni de docencia. No hablemos ya de decencia.

En fin, lo de Sánchez Gordillo no es más que una caricatura, incluso un entretenimiento, pero no les quepa duda que hay miles como él. Sin repercusión, con una labor más silenciosa para que nadie descubra su ineptitud. Tomando decisiones que nos afectan a todos. Y así nos va. A quién le extraña.