Apuntes

La ciudadanía quiere a su Ejército

El éxito de las jornadas de puertas abiertas de las Fuerzas Armadas evidencia una comunión perfecta entre la sociedad civil y militar

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Las Fuerzas Armadas han ejercido de anfitriones en el muelle de la capital durante el fin de semana. Si se valora la cita en función de la expectación creada y la asistencia de público, la nota no baja del notable. La visita a las tripas del 'Juan Carlos I' generó largas colas de ciudadanos interesados en conocer de primera mano cómo es el buque más moderno de la Armada. Familias enteras optaron por este evento para pasar un buen rato en su tiempo libre y esa decisión sería del todo incompatible en una sociedad que detestara el Ejército, que renegara de él. Y en España, visto lo visto, no ocurre. Está bien subrayar este aspecto cuando en época de crisis hay voces que se levantan en contra del gasto que se dedica a las partidas de Defensa. Detrás de estas opiniones suele haber una profunda ignorancia sobre cómo viven los integrantes de las Fuerzas Armadas, los cuales, por su condición de militares, no pueden alzar su voz por encima de otras para hacerse escuchar, para que sepan cuál es su realidad.

La profesionalidad, la dedicación y la entrega al cuerpo militar se recompensa con muchas horas de trabajo, un salario poco boyante y una vida personal muy complicada. Los miembros de las Fuerzas Armadas dejan muchas veces a un lado a sus familias para embarcarse en misiones que los lleva durante meses fuera de sus hogares. Y entre sus responsabilidades está mantener la estabilidad en países de conflicto, proteger poblaciones de líderes déspotas y asesinos, tratar de asentar la paz donde solo suenan tambores de guerra.

Pero no son los mimados de la Administración ni mucho menos. En las Fuerzas Armadas llevan años ajustándose cada año a un presupuesto más pequeño y recortando servicios si es necesario. Lo último es que no habrá por ahora nuevas incorporaciones de marineros y soldados. Sus dificultades nadie las denuncia porque juraron cumplir hasta las últimas consecuencias.