Editorial

Los limites del déficit

El Gobierno debe defender su postura en la UE con una mayor actividad diplomática

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Tanto la situación de la economía española, en recesión, como la de las cuentas públicas, con un agujero más grande que el declarado por el Gobierno anterior, hacen más difícil de lo previsto cumplir con el objetivo del 4,4% de déficit fijado por la UE para 2011. El Gobierno de Rajoy se encuentra ante una difícil tesitura. Por un lado, su credibilidad en el exterior se basa en el cumplimiento de los compromisos europeos y en marcar de esta forma claramente las distancias con el Ejecutivo de Zapatero y su errático comportamiento económico. El discurso del nuevo presidente de «hacer todo lo que sea necesario para cumplir con nuestras obligaciones» es la clave para la recuperación de la confianza de los inversores internacionales en nuestro país. Pero, por otro lado, se impone el realismo. La combinación de recortes e impuestos para llegar a la cifra propuesta sería de tal envergadura que minaría el capital político del Ejecutivo. Aún peor, tendría un efecto económico contraproducente, pues reduciría aún más la actividad económica y el crecimiento. La Comisión europea debería revisar el objetivo de déficit de 2012 en aquellos países en los que la recesión se ha agudizado. De momento solo ha accedido a planteárselo cuando tenga en su poder los datos definitivos del déficit de 2011 y España apruebe un nuevo presupuesto con una clara orientación de austeridad, inspirado en el límite del 4,4% propuesto. El Ejecutivo europeo no parece dispuesto a dar facilidades, lo cual refleja la pérdida de poder político de nuestro país en Bruselas en las dos últimas legislaturas. El Gobierno español tiene que intensificar su labor diplomática en las instituciones europeas y en los países con más peso en la moneda única. La reunión con el primer ministro italiano Mario Monti, ayer en Roma, es un buen paso en este sentido. El excomisario europeo y hoy jefe de Gobierno es un interlocutor privilegiado en Bruselas y en Berlín. La entente Madrid-Roma debería funcionar en los asuntos del euro y reequilibrar los excesos punitivos de la mentalidad alemana. Se trata de convencer a los demás socios europeos de que somos parte de la solución de la crisis del euro y no dos de los mayores problemas.