Editorial

Más terror en Siria

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Un nuevo atentado causó ayer en un céntrico barrio de Damasco 26 muertos y hace solo dos semanas otras 34 personas murieron en dos explosiones atribuidas entonces por el gobierno sirio a Al-Qaida. Esta vez, además de precisar que la matanza fue obra de un terrorista suicida, las fuentes del gobierno, únicas autorizadas a informar y opinar, no han sido tan rápidas ni tan contundentes en su versión. Las dos acciones, que han matado a gran número de civiles, son inaceptables incluso en el contexto de guerra civil oficiosa que vive el país. Si son obra de Al-Qaida, lo que no es imposible pero sí poco creíble, entre otras cosas porque la organización no las ha reivindicado, ni los agentes del propio gobierno ni la oposición serían responsables. Hay que tomar con toda reserva la atribución de la autoría: activistas de la rebelión en curso culpan a los servicios oficiales, que tratarían de acreditar la versión oficial de que el régimen solo se enfrenta a «bandas terroristas», pero no dan prueba alguna. Y se debe ser también escéptico con la versión que dé un gobierno tan desacreditado y con tan poca estima por la vida humana. Hoy solo cabe condenar sin duda alguna la salvaje acción que solo deshonra a quien la haya cometido, sea quien sea.