Un observador de la Liga Árabe, con chaleco naranja y rodeado de medios sirios, visita la morgue de un hospital de Damasco. :: SANA / AFP
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Otra bomba alimenta el miedo en Siria

Un nuevo atentado en Damasco deja 25 muertos y más de 60 heridosEl régimen y la oposición se acusan mutuamente de la autoría de la explosión de un suicida contra un autobús policial

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Una explosión que las autoridades atribuyen a un suicida sembró ayer el terror en el céntrico barrio de Al Midan, en Damasco, y causó la muerte de al menos 25 personas. El atentado, de cuya autoría se acusan mutuamente régimen y oposición, podría estar dirigido contra un autobús policial, y tiene lugar apenas dos semanas después de que otras dos deflagraciones causaran 44 víctimas en la capital de Siria.

El ministro del Interior, Mohamed Shaar, aseguró ayer que un suicida «se había inmolado con la intención de causar el mayor número de víctimas posible», y las imágenes que mostró la televisión estatal eran poco menos que dantescas. Vehículos calcinados, charcos de sangre y lo que parecían trozos de cuerpos humanos quedaron desperdigados en la plaza Al Midan, mientras que algunas personas, supuestamente miembros de los servicios de emergencia, mostraban esos pedazos a las cámaras de televisión. Una multitud se fue congregando a lo largo del día para llorar a los muertos y mostrar su apoyo al régimen con pancartas y fotografías del presidente Bashar el-Asad.

El Gobierno, que tilda a los manifestantes anti régimen de terroristas, ya apuntó a los grupos armados islamistas -dejando caer que podría tratarse incluso Al-Qaida- tras los atentados que sacudieron varios barrios de Damasco el pasado 23 de diciembre. Los opositores se han apresurado a desmentirlo y acusan al régimen de orquestar la matanza para erosionar el apoyo a la insurgencia. El grupo chií libanés Hezbolá -aliado del régimen sirio- ha acusado, por su parte y en su línea, a «las fuerzas del mal estadounidenses», que tratan de sabotear la seguridad del país e «internacionalizar el conflicto».

La ética del ELS

El primero en negar su responsabilidad ha sido el Ejército Libre Sirio (ELS), que el día antes de las explosiones en una entrevista con la agencia Efe aseguraba, a través del número dos del grupo, que planeaban ataques contra intereses vitales del régimen en los próximos días. «La ética del ELS no acepta este tipo de acciones», aseguró ayer Malik Kurdi, subcomandante en jefe de ese grupo de desertores, que afirmó que «el atentado es obra de los servicios secretos sirios para falsificar la realidad de la revolución y aterrorizar a los manifestantes».

Averiguar quién está realmente detrás del ataque va a ser prácticamente imposible en un país cerrado aún a cal y canto al exterior. Sólo unos pocos periodistas extranjeros -vigilados por las autoridades- han podido entrar en Siria, donde aún se encuentran los observadores de la misión de la Liga Árabe y que están encargados de decidir si el régimen de El-Asad está cumpliendo con el plan de paz. Quizá cabe preguntarse a quién puede beneficiar este atentado, y lo cierto es que hace un flaco favor a la insurgencia, mientras que alimenta los miedos de muchos sirios, que no quieren ver cómo su país se convierte en otro Irak u otra Libia.

Los observadores de la Liga Árabe han reconocido que el plan de paz no ha conseguido frenar la violencia en el país, donde se han sucedido, según cálculos de los activistas, más de 400 muertes desde que los observadores entraran al país. Solo ayer murieron otras 19 personas por la represión, sin contar a las víctimas del atentado de Damasco.