Tribuna

Aquí la ciudad de Gadir, antes Tartessos

CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA Actualizado: Guardar
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RF. Avieno creyó, y lo reflejó en los versos de su 'Ora Marítima', que la ciudad fenicia de Gadir había sido el solar de la antigua Tarteso. Ignoramos el origen de las fuentes en las que se basó el político y poeta que tanto han hecho reflexionar a eruditos, investigadores y aficionados. En su descripción confusa y desordenada sobre el espacio tartésico, escribe sin vacilación: «Aquí está la ciudad de Gadir. Ella fue llamada antes Tartessos, grande y opulenta ciudad en épocas antiguas, ahora pobre, ahora pequeña, ahora abandonada, ahora un campo de ruinas. Nosotros no vimos en estos lugares nada notable, si exceptuamos la solemnidad de Hércules.». Si se lee todo el texto, del que he recogido sólo unos versos, se advierte que describe una historia y un territorio que conoce poco y que lo ha utilizado como recurso poético y geográfico sin rigor científico. Es decir, Avieno no conocía con exactitud lo que estaba describiendo, conoce escasamente a Cádiz y se contradice numerosas veces con los lugares a los que se refiere. Alude, sin ambages, a una isla abandonada, arruinada y olvidada en el siglo IV d.C., el momento en el que escribe. Su equivalencia Gadir-Tartessos, sin embargo, no pasó desapercibida en la historiografía de la España antigua, que algunos autores aceptaron, motivados quizás por sus afanes de enaltecimiento de la ciudad gaditana. Tartessos significaba una magnífica referencia primordial para la construcción de una genealogía historiográfica de la ciudad. La búsqueda de unos orígenes ilustres fue cuestión importante para muchos autores clásicos y renacentistas. Es el caso, por ejemplo, de Troya y Homero, como símbolo y origen de muchas ciudades ilustres posteriores, Roma y la Eneida de Virgilio, o la misma Gades y Estrabón. Pertenece a la condición humana la búsqueda de orígenes prestigiosos y su pertenencia a ellos, como axis mundi al que nos asimos para afirmarnos y jactarnos.

Pero él no fue el único que asimiló Gadir con Tartessos. Antes, Cicerón, en el año 50 a.C., menciona a Cornelio Balbo, natural de Gades, como 'tartésico', y Valerio Máximo, veinte años después, dice que Argantonio, el conocido rey de Tartessos, reinó en Cádiz. Lo mismo transmite Plinio el Viejo, entre los años 40-50 d.C., al referirse a Argantonio como gaditano, y Flavio Arriano escribe que los fenicios fundaron Tartessos, confundiéndola con Gadir. Esta creencia se mantuvo durante mucho tiempo, hasta al menos en época bizantina, en la que Ioannes de Lydos -siglo VI d.C- consideró también que Cadiz fue la antigua Tartessos. ¿De dónde procede esta tradición que asimilaba Cadiz y Tartessos? Adolph Schulten, en su estudio exhaustivo de las fuentes grecorromanas, cree que el testimonio más antiguo se encuentra en Herodoto. Pero la mayoría de los investigadores modernos concluyen que los pasajes herodoteos no son expresivos para deducir tal afirmación, pues Tartessos ya no existía y su topónimo y epíteto formaban ya parte del imaginario histórico y mítico de un tiempo pasado. De ahí, la confusión. Lo más coherente es lo que explícitamente escribe Plinio en su 'Naturalis Historia', cuando afirma que denominar a Cadiz como Tartessos fue una costumbre sólo de los escritores latinos, pues los griegos y los fenicios nunca la asimilaron.

Pasado el tiempo, la ecuación Gadir-Tartessos fue muy generalizada en los siglos XVI y XVII. Agustín de Horozco, en su 'Historia de la ciudad de Cádiz' (1598), así lo hizo, basándose en autores grecorromanos y medievales, como Alfonso X el Sabio e Isidoro de Sevilla. Y asimismo, Juan Bautista Suárez de Salazar, quien escribió 'Grandezas y antigüedades de la isla y ciudad de Cádiz' (1610), Fray Jerónimo de la Concepción en 'Emporio de el Orbe' (1690), considerando a Cádiz como la Tarsis bíblica, o el Marqués de Mondéjar en su libro 'Cadiz Phoenicia', de 1687. Más tarde, en el siglo XIX, el ilustre historiador Adolfo de Castro, conocedor de las fuentes clásicas y la bibliografía generada sobre el tema, escribió la 'Historia de Cádiz y su provincia', publicada en 1858, y no aceptó la idea de que Cádiz hubiese sido Tartessos ni tampoco que la Tarsis bíblica se hallase en esta región. Y con él se diluyó la teoría de Cádiz-Tartessos. Tampoco los autores del siglo XX y los que ha escrito en el presente equiparan ambos topónimos.

Se ha localizado también Tarteso en la provincia gaditana. Plinio, en otro pasaje de su Naturalis Historia afirma que Carteia fue llamada, por los griegos, Tartessos, y Mela puntualiza: «.Carteia, ciudad habitada por los fenicios trasladados de Africa, que algunos creen es la antigua Tartessos». Apiano, al narrar la derrota de Vetilio, señala que los romanos supervivientes se refugiaron en Carpessos, que en su opinión debió ser la ciudad de Tartessos. Otros investigadores, de los siglos XVII y XVIII, como Martín de Roa, en 1617, Domingo Gutiérrez, en 1754, o Fr. E. Rallón, en 1665, situaron Tarteso en las Mesas de Asta -Jerez de la Frontera-, al fondo de un estero del antiguo estuario del Guadalquivir. La arqueología no ha revelado nada que sostengan ambas hipótesis.

En la actualidad, las fuentes y la arqueología se decantan por la situación de la capital tartésica en la misma Huelva, sobre los antiguos cabezos que componen su fisonomía, y entre los ríos Tinto y Odiel. Su topografía, según descrita por Avieno, su riqueza en plata, cobre y oro proveniente de Riotinto, y los documentos arqueológicos, que sería prolijo enumerar, señalan con mucha probabilidad que Tartessos-ciudad se asentaba en ese ámbito. La Gadir fenicia tuvo otro papel histórico, y también mítico, de no menor importancia. Pero no fue Tartessos.