MILENIO

PARAPETARSE

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Hubo un tiempo pasado, no excesivamente remoto, en el que una parte importante de la ciudadanía nacional se tiró a la calle y arremetió violentamente contra una serie de símbolos religiosos y espacios selectivos que acabaron destruidos por la acción del fuego y la irracionalidad del malestar colectivo. Gente indignada, por cierto, como una parte importante de la actual juventud española (y europea) que ha vuelto a apoderarse de la calle para dejar testimonio de un profundo malestar colectivo que comenzó en el norte de África y se extendió por la llamada Europa unida, comenzando por Andalucía. Que no sabemos, efectivamente, en qué quedará esta indignación renovada tras tantas concentraciones en espacios urbanos más o menos significativos y referenciales.

El llamado 15M, en plena exhibición primaveral, como punta de lanza la gente andaluza más despierta que lograba hacerse eco de un malestar invasivo y creciente. Supongamos que estamos escribiendo de determinadas instituciones bancarias, o, para ser más concretos, de los emolumentos económicos que recibe su selectivo cuerpo gerencial a través de los llamados Bonus del espacio financiero internacional que alcanzan cantidades obscenamente excesivas en un concreto y selectivo marco social.

Todo este estado de cosas ante los ojos de una sociedad narcotizada por las desigualdades sociales y los casos de corrupción en la vida pública que no logra movilizar a la sociedad en general. Y no se perciben reacciones concretas de unos círculos de poder acomodaticios e instalados. Ni en la vida política, abiertamente narcotizada que se ha ido constituyendo en uno de los argumentos principales de queja de la sociedad en general.

Así las cosas, el escapismo se convierte en una poderosa tentación de inhibición social. Al menos, en Andalucía, lo palpamos y asumimos sin problemas en el inmenso colchón colectivo de la resignación. Y en este estado de cosas surge el notable Javier Arenas con esta sentencia: «Lo más escandaloso de los ERE de la Junta está aún por conocerse». Habrá que abrirse y parapetarse, pues. Qué época.