MILENIO

VIDA FUGAZ

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E l presidente Griñán está más cercado que el general Santana en la batalla de El Álamo. O expresado en el lenguaje contemporáneo: en las últimas fechas ha crecido su prima de riesgo a 242 puntos básicos con respecto al marco alemán; por ser más preciso: está rondando en las últimas horas los 300 puntos básicos en su relación cotizable con el bono alemán, el de mayor garantía con respecto a la deuda soberana de Grecia. Así no hay maneras.

Lo ha aprovechado, obviamente, un señor tan imparcial y crítico como Ernesto González Pons, vicesecretario de comunicación del partido de centroderecha en Sada (Coruña), ante el entusiasmo de la parroquia propia y de la colonia veraniega. Griñán, aunque no está cercado en el sur, tiene sus líneas de comunicación cortadas con la gerontocracia centralista del PSOE. Y ni siquiera tiene la posibilidad de ejercer como primus inter pares con los líderes históricos de la social-democracia española. Un problema agobiante pero de notable complejidad que no llega a ser apercibido por el conservadurismo ante las urnas.

El presidente Griñán, de alguna forma, sigue viviendo como si fuera alumno residente de un colegio mayor de Madrid. Pero Felipe González ya es abuelo, el cura Chinarro anda por el paraíso dando mítines preelectorales a los apóstoles y a los socialistas pecadores, y de los destacados mandatarios socialistas del siglo pasado, mejor es no recordarlos. Se lo dije un día en unos cursos de la Universidad de verano de La Rábida al gran ministro de Exteriores, Fernando Morán, teniendo como testigo al Nobel Saramago, su dilecto amigo.

La vida es fugaz y los mandatarios políticos siguen sin asumir tan dura realidad. Porque, teniendo en cuenta que los representantes de la derecha son más indiferentes que los de la rojería, estos pecadores indiferentes van a su rollo y no se despeinan por nadie. Que se lo pregunten al expresidente Borbolla o al mismísimo Alfonso Guerra. Tenemos el caso que estamos comentando, el del presidente Griñán, cuyo paso por la política le está resultando abiertamente oneroso, pues ya ha perdido a amigos que nunca le pusieron la zancadilla ni le dispararon desde un ático, pero le mantienen en el punto de mira. Calma, queridos, que todo llegará.