Patio en la calle Solano, nº 15, de Cádiz. :: BARTOLOMÉ POZUELO
EXTERIORES ROBADOS

PATIO DE VECINOS

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Tiene algo de extraño, de diferente, el patio de Solano, 15, que atrapa al paseante. Sorprende la sosegada horizontalidad de sus aéreas galerías; los órdenes de jabalcones barrocos que las sustentan; las macizas estructuras de madera, con las robustas vigas descansando en nobiliarias ménsulas; las conventuales hileras de puertas y ventanas, que conservan alguna carpintería original que nos obsequia con el soplo vivificador de otro siglo; las verjas; la majestad de la arquería que enmarca la escalera.

Hablan los vecinos al paseante de un tiempo en que esas habitaciones fueron viviendas de familias enteras; en que un cuarto de baño y una cocina daban abasto a una planta. Recuerda José el agua fresquísima del aljibe, su cubo abollado, su carrucha inmemorial.

La necesaria rehabilitación trajo pérdidas acaso innecesarias: los dos portones, de madera preciosa, el pavimento, de grandes losas de mármol gris verdoso, la escalera original, de piedra amarilla en las plantas bajas, de irrepetible 'madera rubia' en los tramos superiores. Pero aseguró viviendas dignas, y supo conservar, en los herrajes, en los brocales, en las carpinterías, el espíritu centenario de la estancia. Y hoy este patio, adornado de verdura y humanidad por los vecinos, nos ofrece un remanso de antigüedad y un tesoro amable de memorias. A quienes lo hacen posible, gracias.