MILENIO

FALTA UN 'MEGATÓN'

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Ver al socialista Gaspar Zarrías últimamente por el sur es una imagen, no calcada pero sí cercana, de aquellas decimonónicas del hombre de confianza del hacendado del lugar que va contemplando el paisaje de sus fincas mientras calcula los réditos y plusvalía de cada propiedad y el balance final de la cosecha. Lo tranquilo y relajado que debe dormir el señor Rubalcaba cuando se aproximan las inquietantes generales del 2012. Una misma relajación que le suscitaba el incasable Zarrías al expresidente Chaves cuando era consejero de Presidencia. El notable jiennense observa con la misma atención y sagacidad de un apache de la pradera los movimientos de los 'casacas azules'. Que se lo pregunten al segundo presidente andaluz, Rodríguez de la Borbolla. Zarrías, como valido, escudo y analista no tiene precio descifrando los movimientos de los unionistas por las llanuras y cañones de los desiertos de la política.

Gente como Zarrías ya va quedando poca en la repetitiva política de celadas. Cierto. Pero su lealtad y disposición son más propias de un admirado sabueso a la hora de proteger a su admirado mentor, que las de un oscuro burócrata de escasos escrúpulos. Lo conocemos en el sur desde mucho antes que los pantanos andaluces contuvieran agua de los cielos y González y Guerra dejaran de protagonizar aquella medular que tantos votos y poder otorgaron a la socialdemocracia española.

Es lo que le falta al bien intencionado Griñán, un faro humano como Zarrías, también conocido en las salas de banderas del socialismo español como 'megatón' Zarrías. El 'megatón'de Felipe fue siempre Guerra hasta que la vida secó aquella admiración mutua y desinteresada, pero Griñán no tiene un 'megatón' y ni siquiera quien le lea las críticas de los estrenos cinematográficos. Los pudo tener pero los fue sacrificando a los que pudieron en el fuego de su inseguridad.

Lo repetimos con frecuencia: la política es cruel y desagradecida. Para Griñán y para la señora Soraya del PP, por citar un valor femenino en alza en el parqué de la bolsa política. Si levantara la cabeza el inolvidable Tierno Galván, que tuvo la valentía de dejarse fotografiar junto a una vedette que solía lucir la soledad amorosa de uno de sus pechos, bramaría en varios idiomas contra la represión sexual de sus camaradas. Pero todo es susceptible de empeorar.