La profesora de Plástica, Lali Trujillo, corrige el ejercicio a uno de sus alumnos. :: L.R.
reportaje

Cuando educar se convierte en arte

El taller de plástica fomenta la convivencia entre alumnos y les contagia la sensibilidad por la pintura

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Tres grandes lienzos apoyados sobre caballetes esperan ser transformados en la copia de un precioso mural de Macke. El catálogo del expresionista alemán, colocado en un rudimentario soporte de elaboración casera sobre uno de los paneles, está abierto en paisaje bucólico, muy primaveral. Nada menos que seis por dos metros de cuadro, aproximadamente, que cubrirán uno de los testeros de la planta superior del instituto Caepionis.

En el taller de plástica, una sala luminosa anexa a la clase donde se imparte la teoría, se respira la quietud y un dinamismo muy organizado. Cada alumno se concentra en su tarea y ni se inmutan por la presencia de la cámara. Mientras Juan y Rosa María terminan unos autorretratos, Eloísa y Ana se concentran en el turquesa y el naranja de una esquina del mural y Manuel y Alejandro ayudan al profesor de Francés, Yann Lorioz, que transporta en una carretilla unos bloques de hormigón para improvisar una escalera con la que los alumnos puedan alcanzar la zona superior del mural. «Buena parte de nuestro material es reciclado. Intentamos aprovecharlo todo aunque también tenemos un presupuesto». Lali Trujillo, profesora de Plástica, es la alma máter de esta iniciativa propia del centro chipionero.

Trabajan el doble

Un taller de pintura en el que participan alumnos de primero, segundo y cuarto de ESO y cuyas prácticas, al margen de las contempladas por la programación, les contabilizan en la nota final de la asignatura. Pero sobre todo, la pintura y el dibujo les ayudan a evolucionar la psicomotricidad, a descubrir habilidades desconocidas, a desarrollar la sensibilidad y el gusto por el arte... «Muchos trabajan en clase, en su casa y en el taller. Se motivan mucho».

Los cuatro últimos años han sido dedicados a grandes genios de la pintura como Miró, Van Gogh, Picasso y Kandinsky. Los alumnos han elaborado verdaderas réplicas de sus cuadros más conocidos y esas obras esenciales de la historia del arte cubren las paredes de todos los pasillos del instituto como si de un museo de arte contemporáneo se tratara. «Aprenden a apreciar la pintura y descubren sobre la marcha a los grandes genios. Y es curioso lo mucho que respetan los cuadros. A ninguno se le ocurre hacer ni una pintada, ni un grafiti».

Un museo muy respetado

Aunque los cuadros son el reflejo más evidente del trabajo del taller, no es el único. La numeración de las clases y de las distintas dependencias, los paneles que tapan los cristales de las puertas y hasta los corchos de las aulas han sido elaborados y pintados por los alumnos. Todo está impoluto. «Cuando se esfuerzan en hacer algo, y les sale bien, obtienen una realización personal que les hace madurar».

En este sentido, los alumnos más inquietos o más conflictivos encuentran en el taller una válvula de escape que les ayuda a redirigir sus pasos en un ambiente de integración y convivencia muy beneficioso. «Aquí se relajan mucho. Los hay que no son capaces de aguantar seis horas de clases sentados, mirando a la pizarra. Y aquí sí se implican porque desarrollan otras habilidades que sí manejan con soltura. Y no dan ningún problema».

Por contra, además del bálsamo calmante que suponen las clases de dibujo, los chavales pueden descubrir habilidades desconocidas e incluso ya ha surgido algún que otro talento entre ellos. «Otra cosa es que decidan estudiar o no Bellas Artes. No todos me hacen caso».

Con todo, Lali se queja de que la plástica es una asignatura infravalorada por alumnos y padres. «Es muy desalentador que no le den importancia cuando suspenden. Tal y como lo hacen con Matemáticas o Lengua. La Plástica está considerada una 'maría' y no se dan cuenta de las grandes posibilidades que ofrece».

Reconocidos por la ONCE

Fomentar la solidaridad con las personas que sufren alguna discapacidad es otra de ellas y en este sentido, los alumnos del Caepionis han demostrado con creces que se saben la lección porque han obtenido el primer premio en el certamen de diseño de carteles promovido por la ONCE. En este caso se trataba de realizar una ilustración relacionada con un viaje del que pudieran disfrutar todas las personas independientemente de sus condiciones físicas. El trabajo de los alumnos Ana Pichardo, Inmaculada Durán y Alex Badím se ha llevado el primer premio a nivel provincial. Un reconocimiento público para esta iniciativa cuyo mayor logro, sin embargo, es el de fomentar la sensibilidad por el arte en el día a día de un instituto.