Editorial

Euribor al alza

El fuerte repunte de las hipotecas amenaza con provocar una pérdida del poder adquisitivo de miles de familias

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El euribor a doce meses, tipo de referencia de las hipotecas en España, abrió ayer la semana con un nuevo repunte de catorce centésimas en tasa diaria, hasta situarse en el nivel del 1,938%, el más alto desde marzo de 2009, en su undécima jornada consecutiva de alzas. Si el euribor no modera el ritmo de subidas en marzo provocará un fuerte repunte de las hipotecas, ya que el indicador se encontraba en marzo de 2010 en el cota del 1,215%. De cumplirse esta previsión, la hipoteca media registraría un aumento de 55 euros al mes, unos 600 euros al año. La razón de este repunte del euribor es el anuncio del gobernador del BCE, Trichet, de que, a su pesar, podría verse obligado a subir los tipos en abril para combatir la inflación generada por la fuerte elevación de los productos petrolíferos. Una vez más, nuestro país se verá perjudicado por las decisiones del BCE en materia de política monetaria, ya que la subida de los tipos de interés beneficia a Alemania, que ya crece por encima del 3%, pero perjudica a los países con el ciclo económico más retrasado, como España, que verán dificultado su incipiente retorno al crecimiento. El principal efecto directo de la subida del euribor será, como es lógico, una pérdida de poder adquisitivo de las familias hipotecadas. Según la encuesta sobre la situación financiera de las familias que lleva a cabo el Banco de España, poco más de uno de cada seis hogares tiene deuda pendiente por la compra de la vivienda principal, un porcentaje que apenas ha variado desde 2005, pero el porcentaje de endeudados por la vivienda en que residen alcanza el 51,4% entre quienes tienen de 35 a 44 años. El encarecimiento del precio del dinero tendrá también un efecto muy perturbador sobre el agónico mercado inmobiliario español, en el que, descontando las segundas residencias costeras, hay todavía cerca de un millón de viviendas nuevas y usadas por vender. Viviendas que, en buena parte y según expertos internacionales, mantienen todavía un precio superior al real, en gran medida porque los bancos, propietarios de gran número de estos inmuebles, se resisten a reconocer las inevitables minusvalías.