El abandono y la desidia que presentan las fachadas de los establecimientos que han quebrado refleja la gravedad de la situación. :: A.V
CÁDIZ

Compañía se queda sola

Los comerciantes temen que la vía corra la misma suerte que la calle San Francisco y se convierta en un nicho de expansión asiática Cinco negocios han cerrado sus puertas al público en los últimos meses

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En la ciudad de la imaginación, los pequeños empresarios ya no saben qué inventar para sacar a flote sus negocios. La depresión económica azota con fuerza al sector y ha encontrado una nueva víctima en la calle Compañía, uno de los puntos fuertes empresariales de la ciudad, que une la Catedral con la plaza de las Flores.

En los últimos meses, cinco negocios han echado la baraja en apenas 100 metros. Tiendas que dedicaban su venta a nichos de mercado dispares. Las cifras son escalofriantes, 700 establecimientos han quebrado en la capital en el último año. Y es que, el declive financiero se expande con una velocidad aterradora y no deja títere con cabeza.

La tienda textil de Francisco Pavón, el comercio de material fotográfico Fabra, la pastelería Di pan, Gol 3000 -antigua empresa licenciatoria del Cádiz C.F.- y una baguetería, ya conocen su látigo. Los pequeños empresarios de los negocios paralelos temen correr la misma suerte. Para ellos, el germen que ha generado esta situación está en la pérdida de clientes derivada de la delicada situación económica, pero también achacan el problema al elevado precio de los alquileres de los locales, que oscila entre los 1.000 y los 3.000 euros dependiendo de sus características físicas. «Casi el 90% de los negocios que se mantienen con vida en la zona son locales en propiedad», declara Joaquín Rodríguez, empleado de Eutimio.

El sistema de economía de mercado se encuentra en pleno estado de recesión, pero su carácter corporativo y estructural sigue marcando el destino fatídico del pequeño empresario. La tienda fotográfica Fabra es una víctima clara del avance tecnológico, donde el sistema de impresión digital ha desbancado al analógico.

Hasta ahora, Columela, Compañía y calle Ancha formaban el triángulo estratégico comercial de la ciudad y han ofrecido resistencia a la dramática oleada de cierres. «Es una pena que espacios tan representativos como Compañía pierdan su esencia», manifiesta Antonio Ramírez, empleado de Manuel Infante. El mayor temor para este grupo de empresarios es que sus apuestas profesionales fracasen y que la zona se convierta en una nuevo espacio de expansión asiática, tal y como ha sucedido en otros puntos del casco antiguo. «La calle es testimonio de historia de Cádiz. Supondría un duro golpe para la ciudad que estos negocios corrieran la misma suerte que los de San Francisco», concluía Jesús Vélez, auxiliar de la farmacia Celia Guerrero.

El comercio de Francisco Pavón es un ejemplo de cómo la tradición pierde la batalla frente a la recesión. Tras meses de lucha por sacar a flote la tienda y de conflictos con los propietarios, el negocio ha cerrado sus puertas al público. En su lugar abrirá en los próximos meses una zapatería.

Ante este panorama, los pequeños comerciantes no disipan una solución para acabar con el problema. «Trabajo, trabajo y más trabajo. Esta es la única forma de acabar con esta racha de cierres», señala Antonio Ramírez, dependiente de Manuel Infante. Por su lado, Salvador Muñoz, presidente de la Unión de Comerciantes de Cádiz, plantea que la Administración tome cartas en el asunto e inste a los propietarios a mantener las fachadas de los establecimientos en buen estado.

Esta medida es una opción para sofocar el declive, puesto que obligaría al empresario a alquilar a un precio más razonable. «Si esta situación va a más, Cádiz perdería parte de su alegría», añade. Sea como sea, la realidad es que el fantasma del abandono y la desidia, fruto del deterioro financiero, amenaza con arrasar uno de los ejes de la economía local, el pequeño comercio.