Opinion

Vigilia

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He leído en algún sitio esta frase sentenciosa atribuida a René Char, poeta francés comprometido y lúcido: 'La poesía es vigilia'. Vigilia entendida como vela, como vigilancia o como desvelo. La poesía como ese faro que debe permanecer encendido para que la tiniebla no sea absoluta en los tiempos difíciles, en la penuria y la grisura cultural y social.

Me parece una definición muy acertada. El poeta (también el artista en cualquier disciplina) tiene el deber de permanecer alerta. Ya lo he comentado muchas veces en esta columna y, a riesgo de aburrirles, hoy vuelvo a la carga, con el respaldo prestigioso del francés y de su ejemplo en la resistencia.

'El tiempo es breve y el arte es largo'; lo dijeron entre otros Hipócrates y Henry Logfellow, y quizás ahí estribe la importancia de que el artista, cuya producción ha de durar más que su vida, más que su aliento, deje puesta una bandera y encendida una luz que marque el camino a quienes vengan detrás. El arte, y muy en concreto la poesía, deberían servir al presente y al futuro. No sé exactamente cuáles son los resortes necesarios para lograrlo, pero es indudable que algunos versos tienen ese poder de recorrer los siglos iluminándonos. Leemos a ciertos poetas, a los más grandes, y sentimos que sus obsesiones, sus inquietudes, son más actuales que el periódico de ayer. Son eternas. Por eso pienso que quienes hoy escriben o desean hacerlo deben enfrentarse con toda seriedad a esa tarea que les sobrevivirá. La poesía perdurable no se escribe ni a la ligera ni mirándose al ombligo. Ha de ser reflexiva a la vez que compartible. Ha de reflejar el presente y ha de fructificar en el futuro. Si poesía es vigilia, mantengamos los ojos abiertos. Y contemos lo que estamos viendo.