Cartas

Noches sin humos

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He de reconocer que fui una de las personas que desde el principio se mostró contraria a la ley antitabaco, sobre todo por mi calidad de fumadora, y también por la sensación de que nos convertíamos en ciudadanos apestados sin que nadie centrase su mirada en los principales culpables del vicio, tabacalera y gobiernos que lo permiten. Pero he de decir que tras varias salidas a bares, restaurantes y similares he detectado que no es tan necesario el tabaco, que la ropa huele mejor y que al día siguiente duele menos la cabeza. No hay mal que por bien no venga.