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Informe PISA para el Senado

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Cada vez que se publica el informe PISA, llamado así por las siglas de su nombre original en inglés, Programme for International Student Assessment, nos echamos las manos a la cabeza al observar los resultados de nuestros alumnos en las pruebas estandarizadas de las que consta el Programa, y de su comparativa con el resto de los países que participan en la evaluación. Uno de los campos que se mide es la comprensión lectora, la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos escritos, o lo que es lo mismo, la posibilidad de terminar de leer un párrafo de 10 líneas sin perderse. En los nuevos estudios universitarios se ha introducido, como una competencia imprescindible para poder graduarse, las capacidades comunicativas, y los docentes de numerosos centros educativos están extremadamente preocupados al constatar las deficiencias, en materia de competencias lingüísticas, de nuestros estudiantes. Realmente es para preocuparse.

Y la prueba más evidente para que cunda la alarma, más allá del Informe PISA y del desaliento de los profesores de todos los niveles educativos, nos la ha ofrecido hace apenas unos días nuestro Senado. Resulta que la incompetencia lingüística y comunicativa ya ha alcanzado a los miembros de las más altas instituciones de nuestro país. Porque, con la crisis que estamos todos padeciendo, los nuevos gastos de traducción en el Senado solo pueden justificarse, evidentemente, por la imposibilidad de los senadores para poder leer y hacerse entender en español.

Unos gastos que ascienden a 11.950 euros por sesión, que incluye las dietas y los viajes de ida y vuelta a Madrid de los 7 intérpretes, a lo que también hay que sumar los 400 equipos de traducción con sus auriculares, pinganillos para los señores senadores. Pero incluso con esta medida, tan drástica y urgente, parece que no se podrá atajar por completo el gran problema de las competencias comunicativas de los miembros de la Cámara Alta. Porque, aunque el Presidente Zapatero ha señalado la trascendencia de que, en el Senado, sus señorías utilicen las lenguas en las que hablan a diario, ya Iñaki Anasagasti ha puesto de manifiesto que él se expresa con dificultad en euskera, así que difícil lo van a tener los intérpretes para poder transmitir las, sin duda, brillantes iniciativas senatoriales.