Mariano Rajoy, acompañado por miembros de la cúpula de su partido, inaugura el foro de Internet puesto en marcha con motivo de la Convención Nacional del PP. :: EFE
ESPAÑA

RAJOY COPIA EL MODELO SARKOZY

«El PP no va a mirar ni a la izquierda ni a la derecha, ni arriba ni abajo», prometió Dolores de Cospedal en la convención de Sevilla El PP orilla la ideologia para atraerse a los votantes moderados e impedir el despertar del electorado socialista

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Un discurso político alejado de las tesis neoliberales, que adopte la defensa de la unidad del país como bandera y que no dude en apropiarse de algunos símbolos históricos de la izquierda, como la defensa de los trabajadores y de las políticas sociales. Y todo ello sin pretender enmendar las convicciones ideológicas de los ciudadanos. El objetivo, pergeñar una campaña basada en un nuevo orden narrativo del que manen historias que persigan, esencialmente, conectar con el mayor número de electores.

Estos son los postulados que el PP ha defendido en la Convención Nacional de Sevilla. Un cónclave que, según Mariano Rajoy, marcará una nueva etapa en la formación popular.

Con este paso, el líder del PP sigue la senda que marcó Nicolas Sarkozy en 2007. El presidente francés apostó por someter al centro-derecha francés a una operación cosmética inspirada en el 'storytelling', una técnica que cambió la forma de hacer política en Estados Unidos en la década de los noventa.

Mariano Rajoy emula a Sarkozy, pero adapta esta tesis a la idiosincrasia española. El PP quiere alejar el foco de la ideología y centrarlo en la gestión. Una máxima que han repetido hasta la saciedad los dirigentes populares en esta convención. «El PP no va a mirar ni a la izquierda ni a la derecha, ni arriba ni abajo», espetó María Dolores de Cospedal en presencia de los tres presidentes que ha tenido su partido: Manuel Fraga, José María Aznar y Mariano Rajoy.

Los populares dan por sabido cuáles son los males y quién es el culpable de la actual coyuntura económica. Eso no significa que van a cesar sus críticas a José Luis Rodríguez Zapatero; la novedad es que poco a poco quieren ir intercalando el negro de los nubarrones con los que han pintado sus diagnósticos sobre el rumbo de España con su compromiso de traer, cuando lleguen al Gobierno, ilusión, estabilidad, unidad y concordia, reformismo y, sobre todo, empleo.

Las primeras notas del remozado himno popular las puso José María Aznar, que recordó a los suyos que el PP es hoy «el único gran partido que cree en España y que está comprometido en su futuro; un partido grande, pero sobre todo un gran partido».

Aznar tampoco habla ya de posicionamientos ideológicos, sino de un PP «centrado en la libertad». Nada de dogmas, solo principios como el esfuerzo, la exigencia, el respeto, la honradez y la responsabilidad personal. Valores que, como apostilló el propio Aznar, son los de la «gente trabajadora, responsable y que aspira a construir un futuro mejor», es decir, de la mayoría de los ciudadanos-electores de España.

La defensa del patriotismo no fue una exclusiva del presidente de honor del PP sino un hilo trasversal en las decenas de intervenciones oídas en Sevilla. «Somos el único partido nacional que hay en España; el único que, por encima de todo, defiende el interés general de los españoles y de nuestro país», enfatizó María Dolores de Cospedal.

Modelo autonómico

¿Cómo cuadra este blindaje de España con el actual Estado de las Autonomías? Un asunto espinoso que ha otorgado al PSOE una munición inesperada a cuatro meses de los comicios autonómicos. Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Soraya Saénz de Santamaría, Pío Escudero y hasta el propio José María Aznar -epicentro de esta polémica con su visión de un Estado «marginal e inviable»- no escatimaron esfuerzos en aclarar qué quiere hacer el PP con las autonomías. Todo, menos recuperar «el fantasma» del centralismo. Aznar rebajó el tono afirmando que el hecho de que «algo no funcione bien no significa que sea malo, significa que no funciona y que hay que arreglarlo».

Cospedal recalcó que el PP apuesta de manera decidida por el Estado autonómico y acotó la batalla que planteará su partido: podar la administración autonómica para frenar lo que, a su juicio, supone la proliferación de organismos redundantes, la superposición de competencias a todos los niveles, la selva regulatoria, la creación de barreras interiores en todos los ámbitos, la hipertrofia normativa y el descontrol del gasto.

El PP no quiere el sambenito de enemigo del modelo autonómico. Es más, no duda en colocar esta etiqueta a su enemigo y en culpar al PSOE de llevar el Estado de las Autonomías hasta el «precipicio» y poner en riesgo todo el sistema. Lamentó que, después de 30 años de vigencia, nadie ha explorado la vía cooperativa entre administraciones. «Proponemos reformas para mejorar la eficacia y asegurar la sostenibilidad del sistema autonómico, eliminando lo que es superfluo, redundante y oneroso».

Nueva política

Cualquier narración necesita una semántica adecuada para mantener la atención de los oyentes o lectores. El vicesecretario general de Comunicación del PP, Esteban González Pons, dentro de la ponencia 'Más sociedad, mejor gobierno', indicó que la nueva política que quiere desarrollar el PP «usa un lenguaje comprensible, evita la ostentación y los privilegios, es atenta, educada y plural, cede protagonismo en la foto a la sociedad y a los ciudadanos». O, como apuntó Ana Mato en otra de las alocuciones del cónclave: «España no necesita gobiernos ideológicos, sino gobiernos que gestionen».

Más muestras del que será el nuevo tono popular. «El PP le vale a España lo que valga el horizonte de esperanzas que presentamos, porque para quedarnos como estamos no haría falta ninguna nueva política, no haría falta el PP».

La Convención de Sevilla también ha servido para ensalzar la figura de Rajoy. Cospedal le dedicó un «eres el mejor de todos nosotros», antes de glosar algunas de las virtudes que, a su juicio, atesora el líder popular: credibilidad, solvencia, rigor y experiencia. Un reconocimiento que, en cualquier caso, quedó eclipsado por la imagen que fue portada el sábado en la mayoría de los periódicos: el abrazo con el que Rajoy y Aznar escenificaron el fin de la guerra fría entre las alas dura y moderada del partido.

Los amantes de las propuestas y de la concreción tal vez se habrían aburrido. El PP solo constató que quiere imponer la austeridad en el ámbito público con reducción de altos cargos no electos -consejeros autonómicos, directores generales, entre otros- y la eliminación de privilegios como las pensiones extraordinarias de los diputados jubilados, teléfonos móviles o coches oficiales. Otros planes de mayor enjundia quedan para el programa electoral de mayo. En Sevilla, de lo que se trataba era, sencillamente, de conectar.