Rótulo de estética modernista de una antigua tienda de ultramarinos en la esquina de la calle Cervantes con Sagasta. :: LA VOZ
EXTERIORES ROBADOS

RÓTULO

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Cuando se confeccionó el rótulo, los hombres vestían sombrero y las mujeres falda hasta los pies. Es posible que reinase en el ambiente la impresión ante el perfil de la torre Eiffel dibujado por la luz eléctrica; o acaso ante la pérdida de las colonias (¿qué iba a ser de la ciudad sin su Habana?); o a lo mejor ante las últimas hazañas de los aviadores; o a lo peor ante las inmensidad de la muerte en Verdún; o incluso, tal vez, ante los estrenos del cinematógrafo, saludados por el joven Federico García Lorca y su alegre compañía.

Cuentan los vecinos que la tienda de ultramarinos cerró hacia los ochenta. Desde entonces ha afrontado una decadencia hermosa, pero que la conduce a su desaparición irremediable. ¿Debemos resignarnos? Nuestra Constitución consagra (art. 46): «Los Poderes Públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran». ¿Costaría tanto catalogar los rótulos históricos del Cádiz ultramarino y modernista y devolverles su belleza?

Si el rótulo, se borra se desactivará el detonante de la evocación de aquel Cádiz feliz que enriquece al paseante. Se hundirá un poco más en el olvido el Cádiz del sombrero y la falda, del asombro por la luz en el cielo de París, por la pérdida de Cuba, por la intrepidez de los aviadores, por el sinsentido de la muerte en las trincheras, por los gozos del cinematógrafo. Será más pobre Cádiz y con él nosotros. No lo permitamos.