Opinion

Crisis de valores

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Nos empeñamos en afirmar que la crisis que padecemos tiene más que nada raíces económicas. Bien mirado, cabría admitir que además, y en una proporción abultada, tiene mucho que ver la gran tajadura que han sufrido en los últimos tiempos principios tan conspicuos del hombre cabal como son la ética y la moral, términos que solo superficialmente pueden considerarse sinónimos, como por ejemplo ocurre entre las palabras 'clima' y 'tiempo'. La ética proviene del latín y el griego para desembocar en la voz ethos, que puede significar carácter o costumbre. La ética no prescribe normas ni conductas pero explica el significado de la moral; ésta es un conjunto de valores y preceptos que sirven como patrón ideal de buena conducta. Quiebran esos valores la avaricia humana, el ansia desmedido de riquezas, lujo y bienestar, aun a costa de los que tienen menos, de los menesterosos, o sea. Es justo ambicionar una vida placentera, si ello no obra en detrimento y menoscabo de la ajena. Atesorar podría ser la máxima de nuestros días; sin asomo de compartir nada con los demás. Ética y moral por los suelos. Detrás de la codicia está, pues, el eclipse de la moral, permitiendo que aquélla haya campeado a su antojo. Hasta que no se atempere no se podrán alumbrar soluciones para la crisis económica. Pero no hay que desfallecer. Nos podrán arrebatar todo, pero nunca la esperanza de que esto ocurra alguna vez.