McChrystal escucha las explicaciones de Obama en el Air Force One en Copenhague el pasado octubre. :: AP
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McChrystal convulsiona la Casa Blanca

Obama llama a Washington al general tras sus críticas a altos cargos

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Desde que empezó la guerra en Irak hace siete años ve a su mujer apenas treinta días al año. Presume de dormir cuatro horas y comer una vez al día, pero falta por ver si todo eso ha contribuido a que el máximo comandante en Afganistán pierda la cabeza con sus explosivas declaraciones a un periodista de 'Rolling Stone'. Hoy, el general Stanley McChrystal tendrá que rendir cuentas al presidente Obama, que le ha convocado urgentemente en la Casa Blanca tras leer el artículo en el que se mofa de él y todo su equipo. «Está enfadado», describió tajante el portavoz Robert Gibbs cuando se le preguntó por la reacción del mandatario. «Muy enfadado». «Si lo hubieras visto lo sabrías». Gibbs evitó confirmar o desmentir el inminente relevo del general en el que Obama confiaba para ganar la guerra de Afganistán, el gran reto de su mandato. «Todas las opciones están sobre la mesa», advirtió el portavoz de la Casa Blanca. «¿Aceptaría el presidente su dimisión?», se le preguntó. «Digamos que está deseando hablar con él. Cree que el general debe tener la oportunidad de discutir con él ese artículo en persona».

A través de los ojos de McChrystal Obama queda como un presidente ignorante que no sabe lo que hace ni tiene interés y «con el que no conectó desde el principio» a pesar de haberle votado, recoge Michael Hastings en el artículo. Y con todo es uno de los que mejor parados sale, en comparación con un ministro francés que le invita a cenar en un fino hotel de París al que llama 'gay'. O el vicepresidente Joe Biden. «¿Quién es ése?», se mofa uno de los ayudantes de McChrystal. «¿Biden? ¿Dijiste 'Bite me'? (Muérdeme)».

O el consejero de Seguridad Nacional, Jim Jones, un general retirado de cuatro estrellas, veterano de la Guerra del Golfo, al que otro ayudante califica como «un payaso» que «se ha quedado estancado en 1985». Políticos muy involucrados en la guerra como los senadores John McCain y John Kerry también reciben su parte por «aparecer para verse con Hamid Karzai (presidente afgano), criticarle en el aeropuerto y darse la vuelta rápidamente para llegar a tiempo de que les entrevisten en los programas del domingo».

Ataques a diplomáticos

No es sólo ese autodenominado 'equipo América' que rodea al general y al que según el periodista «en privado le gusta soltar mierda de muchos de los altos designados por Obama en el apartado diplomático». Entre los que se llevan la peor parte están el embajador en Kabul, Karl Eikenberry, y el enviado especial de la Casa Blanca, Richard Holbrooke, que a McChrystal le produce tanto hastío que «no se molesta en ocultarlo más», escribe el periodista. «¡Oh, no, otro email de Holbrooke!», masculla al mirar su BlackBerry. Sólo Hillary Clinton recibe halagos «por haberle guardado las espaldas» el año pasado durante la revisión de la estrategia para Afganistán, en la que el alto oficial se salió con la suya al conseguir un contingente de 30.000 soldados más. Lo más desconcertante es que McChrystal no le ha echado la culpa al mensajero. Y es que el editor de 'Rolling Stone', Eric Bates, asegura haberle pasado por adelantado una copia del perfil de quince páginas escrito por Hasting a lo largo de un año de seguimiento sin que presentase ninguna objeción. El general ha pedido disculpas por su «error de juicio» y ha recordado que goza de una carrera marcada por la «integridad profesional». No tanto si se tiene en cuenta que ya en West Point batió récords de castigos por sus borracheras e insubordinaciones y que en Irak firmó el falso informe que encubría la muerte por 'fuego amigo' del jugador de fútbol americano Pat Tillman, y después se vio involucrado en episodios de abusos y torturas en el campamento Nama.

La Casa Blanca ha decidido que nadie le puede quitar los años de «valentía» sin que eso impida que pague por «un enorme error» que distrae la atención en un momento vital de la guerra. «Madres y padres envían a sus hijos al otro lado del mundo y necesitan saber que hay una estructura de combate madura», apuntó Gibbs. Muchos creen que cuando el jefe del Pentágono entró ayer en la Casa Blanca fue para discutir los candidatos a la sustitución del general.