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Barra libre para Israel

En las estadísticas éste será un incidente menor tras metabolizar un millar de muertos en Gaza

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Israel parece aproximarse una vez más al punto de no retorno, el límite V1 a velocidad de rotación a partir del cual no es posible volver atrás. El colapso, sin embargo, parece poco probable. Ayer ya se anotó el éxito indecoroso de evitar la condena de Naciones Unidas. Sus gobiernos actúan con patente de corso bajo protección de Washington, y al cabo en las estadísticas éste será un incidente menor tras metabolizar un millar largo de muertos en Gaza con ataques sistemáticos muy crueles de alta tecnología contra una población miserable y casi siempre indefensa. Israel tiene un plan, que el sociólogo hebreo Baruch Kimmerling denomina 'politicidio': cargarse 'la nación' palestina. Se trata de fragmentar los territorios y colonizar Cisjordania con asentamientos para apropiarse las tierras fértiles y el agua, tras destrozar la agricultura y la economía incipiente de los palestinos. Lo demás es cinismo ante las cámaras.

Asombrosamente aún se justifica a Israel sosteniendo que se trata de la única democracia de la región, el baluarte allí de los valores occidentales. La realidad es bastante más incómoda: en los países árabes desde luego predominan las teocracias y los regímenes totalitarios vertebrados por injusticias sociales hasta sumar siglos de desfase con Europa; pero democracia no es votar cada cuatro años para justificar después masacres impunes bajo censura o el terrorismo de Estado con secuestros en aguas internacionales. Se pueden aborrecer las teocracias islámicas y a la vez el matonismo de Israel pasándose la legislación internacional por el arco del triunfo, con EE UU de guardaespaldas para vetar en la ONU incluso cada alto el fuego. Nada más antidemocrático que actuar bajo la lógica de la Barra Libre. Pero es así. Netanyahu ha desafiado a Obama en la Cumbre de Seguridad Nuclear pero ahí está el Nobel de la Paz al borde de otro ridículo planetario achantado ante el poderoso 'lobby' judío.

Israel -y esa es una clave de su estrategia- suscita filias y fobias más allá de cualquier contradicción. El debate no debería tratar de Israel sí o Israel no, sino Israel qué y cómo. Pero han logrado que los prejuicios se impongan a los principios. La cuestión no va de la legalidad o la razón, sino de la filia y la fobia. Y a ellos les basta el sí inquebrantable de americanos, proamericanos, protoconservadores y neoliberales además de islamófobos y por supuesto la mala conciencia de Alemania. Es una red poderosa para una política colonial sin escrúpulos. La incapacidad para la convivencia en la región -advertía Einstein a Weismann en su correspondencia personal- desacreditaría el largo sufrimiento para llegar ahí y sería un terrible fracaso histórico. Ese es el resultado.