Economia

El Banco de España acaba con la indisciplina de la entidad y asume el riesgo

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Banco de España había emplazado a CajaSur a integrarse en Unicaja y, ante la indisciplina de la entidad, ha optado por cortar por lo sano e intervenir. El organismo supervisor ha preferido asumir el riesgo de una nueva cirugía drástica, pese al difícil momento que la imagen de España mantiene en los mercados, consciente de que una muestra de relajación hubiera dado un pésimo ejemplo a los procesos todavía en curso. En CajaSur la resistencia ha sido de los mandatarios -un grupo de clérigos y los poderes de la provincia cordobesa- pero en otros casos todo un frente político de autonomías y partidos se opone a los planes del Banco.

Cajasur arrastra una larga historia de ineficiencias y corruptelas. La entidad emisora interpreta que, ni por su dimensión ni por las consecuencias de esta acción, los inversores internacionales tienen motivos para poner nuevamente en cuestión su confianza en España. Por el momento, los clientes de la entidad tienen garantizados sus depósitos y operatoria -como sucedió con Caja Castilla-La Mancha- y se ha diseñado el camino para que, en breve plazo de tiempo, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) proporcione una salida a la entidad.

El FROB dispone de un mes, prorrogable hasta seis, para evaluar la situación patrimonial de la entidad cordobesa y plantear una salida. Las autoridades financieras y económica confían en que este nuevo escollo que constituye la rebelión de Caja Sur no acreciente la desconfianza de los inversores internacionales en la marcha de la economía española. La reestructuración del sector financiero es una pieza clave, junto a la reconducción del déficit público, para restaurar la credibilidad perdida.

Inversores y analistas conocen bien los motivos del regulador por fusionar cajas de ahorro. Este segmento de entidades se ha enfrentado a la crisis financiera y económica en la peor de las situaciones posibles. Está sobredimensionado, es dueño de una tupida red de oficinas no siempre rentables, cuenta con un segmento de clientes duramente sacudido por el aumento del paro, se encuentra fuertemente implicado en empresas del territorio -lo que en muchos casos equivale a una gran exposición al riego inmobiliario- y padece serias dificultades para captar capital y liquidez.

Las cajas no tienen accionistas a los que recurrir. También carecen -en momentos de dureza- de suficiente volumen de negocio para interesar a los mercados mayoristas del dinero.