Monique y Theo vienen desde Holanda para fotografiar el colorido y los trajes de gitana. :: CRISTÓBAL
Jerez

Rebujito para 'everybody'

Las sevillanas, los caballos y lo más auténtico de la Feria atraen cada año a miles de extranjeros al Real

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Pelo rubio, tez roja al más puro estilo salmonete, supercámara y catavino al hombro... A los guiris sólo les falta un cartel en la frente para que no nos quepa duda de que se trata de extranjeros en medio del gentío del Real. Cada vez son más y comparten el gusto por lo más genuino de nuestra Feria: sevillanas, caballos, rebujito y todos los tópicos habidos y por haber que, sin embargo, resultan indispensables para añadir una buena dosis de sal al sabor auténtico que tiene la fiesta.

Vienen de todas partes y quedan maravillados sobre todo por el espectáculo estético con el que topan cuando aterrizan en el albero. Este es el caso de los holandeses Monique y Theo, aunque lo de ellos fue un amor a primera vista con la ciudad de Jerez, y después de haber pisado su casco histórico entonces decidieron volver, pero esta vez directamente a la Feria. No en vano, Monique ha estado un año aprendiendo español de forma intensiva en su tierra y ahora se defiende con un idioma que tacha de «complicado» pero que entiende a las mil maravillas.

«Lo que más me gusta de la Feria son los trajes y los colores -chapurrea sin soltar su cámara fotográfica y bajando de la tarima en la que se ha subido para observarlo todo-. Es la primera vez que venimos y nos encanta». Su pareja permanece expectante, pues no conoce una palabra de español y responde a las preguntas con la traducción de ella: «Seguro que volveremos, a mí me han encantado los caballos y las tapas».

Elena y Fernando son dos vascos que llevan diez años sin faltar puntualmente a su cita con la Feria, y la experiencia les ha vuelto algo más críticos. Ella, condescendiente, la califica de «maravillosa y la mejor de Andalucía», mientras que él comienza a echar de menos una de sus innegables señas de identidad. «La Feria se va deteriorando, las sevillanas eran lo que más nos motivaba y se están perdiendo. Los jóvenes deberían tener su ambiente diferenciado y el resto de las casetas mantenerse fieles a su estilo». No obstante, la pareja promete que mientras el cuerpo y el bolsillo aguanten, seguirán viniendo a Jerez cada mes de mayo.