La mujer de Manuel Mayol, Rafaela Riaño González, sentada con su hija Melele Mayol, en una de las travesías hacia Argentina, sobre 1912.
PERFIL

MANUEL MAYOL Y RUBIO

Con Cádiz en el corazón y Buenos Aires en la mente, despuntó como caricaturista y fundó la revista de arte 'Plus Ultra', de fama mundial

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Manuel Mayol y Rubio, ha sido uno de los gaditanos con más presencia en Argentina. Por circunstancias familiares nació en Jerez de la Frontera, en 1867, y ya desde muy joven manifestó su creatividad, por lo que su padre le envió a la Escuela jerezana de Artes y Oficios. Más tarde la familia se trasladó a vivir a Cádiz y Mayol continuó sus estudios en la Academia Provincial de Bellas Artes, donde fue alumno de Rodríguez Barcaza y compañero de estudio de Morillo, Salvador Viniegra y Federico Godoy.

Ya metido en el mundo de la pintura, con Accame y Figal puso un estudio de pintura en la Alameda, pero eran tiempos duros y decidió emigrar a Buenos Aires, ciudad pujante en aquellos años, con los pocos recursos que le dejó el negocio. Durante aquel destierro voluntario, la añoranza de su ciudad se notaba en sus trabajos. Los principios fueron difíciles, pero contó con la ayuda de un amigo de su padre de Sevilla, Alejandro María Riaño y Cáceres. Aquel encuentro le sirvió para establecerse y para enamorarse. La relación con la familia Riaño terminó en boda, con la hija del matrimonio, Rafaela, con la que se casó el 20 de enero de 1896 en la parroquia de San Telmo de la capital bonaerense. Ya entonces Mayol era un artista reconocido en todo el país, donde los principales diarios se lo disputan como caricaturista.

Pero la ambición de establecerse por su cuenta seguía intacta desde aquel primer intento con sus compañeros de clase junto a la Iglesia del Carmen de Cádiz. Por eso mismo utilizó sus contactos, primero con Bartolomé Mitre y Vedia, hijo del General Mitre y propietario de 'La Nación' y, después, con Eustaquio Pellicer y juntos fundaron la Revista 'Caras y Caretas', dos años después de su enlace. Aquella aventura empresarial fue un éxito llegando a traspasar las fronteras del país. Su fama como dibujante siguió creciendo, actividad que compaginó con la realización de decorados teatrales y pinturas. Las cosas le iban bien y en esos años nació su primera hija, Pilar. Y además, dedicó tiempo a desarrollar una fuerte vocación docente que fue creciendo con el tiempo.

Totalmente establecido en Buenos Aires, le cogió el cambio de siglo. Tal vez por nostalgia o por alguna superstición de la fecha, decidió viajar con su familia a Cádiz. Los billetes de primera clase en el trasatlántico 'Reina María Cristina' lo llevaban de nuevo a su tierra, donde tenía previsto estar sólo seis meses. Y así fue. Los compromisos con la revista y con el Colegio Nacional Sud, del que era director, lo forzaron a volver. Pero tres años después repitió la travesía, que coincidió con el nacimiento de su hija, Mercedes (Melele, como era conocida).

Durante ese segundo viaje, cayó presa de la nostalgia y cuatro años después decidió regresar a casa definitivamente. Ya en su ciudad se hizo construir una casa, de estilo modernista, en la calle San José. El inmueble se conserva en la actualidad gracias al cariño y la dedicación de la familia Jiménez, sus actuales propietarios. La vida en la casa Mayol es confortable y no exenta de lujo. Sólo por poner un ejemplo, decía una reseña: «ayer tarde se celebró una fiesta infantil en casa de los señores Mayol acudiendo las señoritas Paz y Blanca Rodríguez Guerra, María Teresa y Pepa Aramburu, Carmen Casas, Pilar Bensusan, Catalina Uthoff, Rosa y Josefa Clothe, y Micaelita Carranza».

Durante todo ese tiempo, la financiación venía de Argentina, pero en 1912 recibe la noticia de que 'Caras y Caretas', su principal sustento, tenía problemas. Eso lo obligó a volver a Buenos Aires y entre medias nació su hija María Auxiliadora. Finalmente abandonó la publicación de caricaturas y fundó 'Plus Ultra', una de las mejores revistas de arte reconocida mundialmente. Era 1916 y el pellizco de Cádiz era cada vez más apretado. Volvió en 1919, con un gran recibimiento por parte de la sociedad gaditana. Formó parte del Ateneo y del Casino durante el resto de su vida. Murió diez años después en su residencia de verano en Puerto Real. La mayoría de sus obras la conservan sus nietos, entre los que se encuentran las familias Grosso Mayol, Bragado Mayol y Gallardo Mayol.