PAN Y CIRCO

VIERNES DE DOLORES

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El pasado viernes fue Viernes de Dolores, por mucho que se empeñen los modernos en decir que ya no es así. Para mí es y será siempre Viernes de Dolores. Regresando de la vecina Sevilla iba teniendo noticias de lo que sucedía en el Stadium Gal en el transcurso del Real Unión de Irún-Cádiz. Los partes eran desalentadores, el equipo estaba haciendo un partido horrible y a lo más que aspirábamos era al empate. La segunda parte ya la pude ver por televisión y nunca podré saber si realmente jugó peor en la reanudación que en el propio primer tiempo. Pero, al final, logró salvar un punto y todos se dieron por contentos. Ogbeche se dedicó a perder tiempo en una banda con dos defensas rivales, Espárrago no paró de mirar el reloj todo el tiempo para advertir a sus hombres de que el partido había concluido y, una vez que pitó el colegiado, hasta Raúl López levantó los brazos en señal de victoria, como si hubiésemos ganado la Champions League.

Luego, en la rueda de prensa, me enteré de que el empate tenía mucho mérito porque habíamos jugado con un rival directo, que nos había metido en nuestra área y que era necesario otorgarle el valor que requería. Es más, que teníamos que estar satisfechos porque era un paso importante para lograr el verdadero objetivo. La celebración de algunos futbolistas en el campo era una especie de desahogo, después del asedio rival.

Rápidamente me fui a mirar la clasificación y pensé que todos los periódicos estaban confunfidos porque el Cádiz seguía en puestos de descenso, pese al empate conseguido. Iluso de mí. Esta igualada no tenía nada que ver con la cosechada hace unos meses con el mismo rival y en idéntico estadio. En aquella ocasión nos sirvió para subir de categoría y en esta nos empuja un poco más al pozo. Triste Viernes de Dolores. Habrá que creer en la esperanza de la Resurrección.