ESPAÑA

Cinco años de prisión por abusar de sus nietas en Bilbao

El agresor aprovechaba los momentos en los que se quedaba solo con las niñas, que tenían 4 y 5 años

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Juzgado de lo Penal número 5 de Bilbao ha condenado a cinco años de prisión a Antonio G. G., de 74 años, por cometer «dos delitos continuados de abuso sexual» contra dos de sus nietas cuando éstas apenas tenían 4 y 5 años de edad. El agresor, que ingresó el pasado viernes en la cárcel, abuso de las pequeñas en una localidad de León, donde vivía la mayor parte del año, y en la capital vizcaína, aprovechando las visitas que realizaba en invierno a sus cinco hijos.

Las agresiones fueron descubiertas por una sicóloga que atendía a una de las niñas, que sufría ciertas alteraciones de conducta a raíz de la «problemática» separación de sus padres. La profesional comunicó sus sospechas a la madre y, poco después, acudió a la Fiscalía para que se investigase lo sucedido, explican fuentes cercanas a las víctimas. A partir de ese momento se abrió de oficio un proceso judicial que derivó en una sentencia firme, sin posibilidad de recurso, que se emitió a finales de enero después de que Antonio G. G. admitiese los abusos en un momento del proceso judicial.

Según consta en un informe judicial, una de las menores pasaba desde su «primera infancia» dos o tres meses de verano en compañía de sus abuelos maternos en la localidad Val de San Lorenzo. Durante el verano de 2008, añade la sentencia, Antonio G. G. aprovechaba los momentos en los que se quedaba solo con las niñas en el jardín y en el huerto para, «con ánimo libidinoso», mostrar su pene a una de las pequeñas. Después, le indicaba que «lo tocara y lo besara, procediendo de esta manera la menor», según consta en el fallo.

El condenado actuó de la «misma manera» con su otra nieta durante las vacaciones de verano en el pueblo cercano a Astorga y también durante las visitas que el agresor realizaba a sus hijos en invierno. Los abusos del procesado provocaron un «empeoramiento» en el estado sicológico de una de las pequeñas, que ya venía recibiendo atención médica por la separación de sus padres. La niña sufrió entonces una «mayor inestabilidad», un «incremento de los miedos», le reapareció la «eneuresis diurna» y se agravó su «dependencia materna».

Cuando los hijos descubrieron lo sucedido, en noviembre de 2008, el agresor tuvo que dejar el domicilio de Bilbao y volver a León.