Opinion

Entre mentira y disparate

No sé si Oreja lo pretendía, pero atacando a Zapatero ha dado un puntapié en las posaderas de Basagoiti

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Supongo que muchos de ustedes piensan que Mayor Oreja es, más allá del partidismo y la síntesis mental a la que obliga la militancia, un político estimable. En el Gobierno de Aznar fue el mejor ministro del Interior y el más valorado siempre. Su deriva en lo político y en la forma de analizar lo que nos pasa es desconcertante, parece que el hecho de no ser protagonista en su partido le obligara al exceso y a la búsqueda de grandes titulares.

Mayor Oreja ve pasar los días en Estrasburgo y Bruselas. Puede ser verdad que no merezca la irrelevancia a la que Europa somete a sus parlamentarios. Pero eso es algo que se asume o no. Es algo que resuelven unos pocos, y seguramente que entre ellos está el ex ministro del Interior.

Es posible que antes de decir que ETA y Zapatero comparten objetivos, a saber: destruir y debilitar España, estuviera pensando en los tiempos en que tuvo razón y razones para convencer. Cuando avisó de la última tregua trampa de ETA, la tuvo. Cuando daba ruedas de prensa conjuntas en la sede de Interior con Juan María Atutxa, a la sazón consejero de Interior vasco, las tenía. Pero el tiempo ha pasado y hay dirigentes que envejecen mal. Como el morapio peleón, no aguantan en botella. Sólo en roble americano, y eso es lo que le falta a Mayor Oreja: un poco de reposo en la soledad de las cuevas de la política.

El filósofo José Antonio Marina tiene dicho algo que recuerdo siempre que oigo un disparate o que el disparate sale de mí, que de todo hay: lo respetable son las personas, pero no las opiniones. No todas las opiniones son respetables. Y la de Mayor Oreja está en esa dirección. Decir que Zapatero persigue debilitar España mientras ETA la destruye no es una barbaridad, ni siquiera es un disparate. Es algo que no merece respeto. Y mucho menos consideración.

No ha faltado gente que le enmienda la plana al ex ministro. Si hay alguien, después de Zapatero, que tenga razones para sentirse molesto es Antonio Basagoiti, el presidente del PP en el País Vasco, y el gran hacedor de pactos con Patxi López. No sé si Oreja lo pretendía, pero atacando a Zapatero ha dado un sonoro puntapié en las posaderas de Basagoiti. Por eso le ha desautorizado diciendo lo que quizá no sienta Mayor: que está muy solo en el PP, y por eso recurre a la exageración. Quería titulares, ya los tiene. Quería incomodar a Rajoy, ya lo ha hecho.

Cuando los políticos exageran, se instalan en la parodia. Cuando caen en la falsedad, se hacen prescindibles. Cuando son pasto de la maledicencia simplemente no merecen respeto. Su trayectoria es estimable y de agradecer. Su presente no. Sólo él sabe qué futuro tiene con opiniones como la que acaba de expresar. Sólo él, y posiblemente su partido, el PP, que no sabe cómo digerir semejante barbaridad.