Demócratas y Marcelas Owen, cuya madre murió por la falta de un seguro, aplauden a Obama mientras rubrica la esperada reforma. :: EFE
MUNDO

Obama acude al rescate de los demócratas

Resucita la magia de sus discursos y compromete su tirón popular para vencer en los comicios de noviembre

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El apasionado Obama de la campaña electoral que enterneció los corazones más apáticos apelando «a sus mejores ángeles», en palabras de Springsteen, reapareció ayer en la Casa Blanca dispuesto a cambiar la percepción de su pueblo sobre la reforma sanitaria. «Después de un siglo de esfuerzos, después de un año de debate, después de un voto histórico, la reforma ya no es una promesa incumplida. Es la ley de esta tierra», sentenció al estampar su firma con 20 plumas diferentes, que entregó a los principales políticos y legisladores que le han ayudado a hacer realidad la primera gran promesa de su campaña. Hacía mucho que no se le veía tan sonriente, pero no era el único que rebosaba euforia. Centenares de congresistas y funcionarios de gobierno reían entusiasmados en la celebración de una victoria que casi se le escurre entre los dedos. Flotaba entre ellos la sombra de Ted Kennedy, que no vivió para ver su sueño convertido en realidad, aunque le representaban en el acto su viuda Vicky y su hijo Patrick.

Lejos de instaurar un sistema de sanidad pública universal, la ley obliga a todos los ciudadanos a adquirir una poliza de seguro privado y a las aseguradoras a no rechazar clientes por sus antecedentes clínicos. Pese a que la magnitud de la reforma es mucho menor de lo que el líder demócrata hubiera querido, es más de lo que ningún presidente ha logrado desde que Lyndon Johnson instaurase un seguro público para pobres y jubilados en 1965.

«Cuando los críticos estaban obsesionados con que esto estaba acabado, vosotros nunca perdísteis de vista lo que estaba bien y lo que estaba mal. Sabíais que no se trataba de la fortuna del partido, sino del futuro del país», agradeció el presidente a los legisladores. «Os enfrentásteis a las mentiras con la verdad y al cinismo con convicción. Sobre todo, os enfrentásteis al miedo con una fuerza que es mucho más poderosa, la fe en EE UU. La esperanza».

Hablaba con el mismo tono y hasta las mismas palabras que utilizó en la campaña electoral para inspirar a los voluntarios que hicieron posible cada victoria de las primarias, sólo que ahora su ejército es todo el Congreso. Obama ha prometido no dejarles solos. A cambio de un voto que según la oposición y las encuestas les costará el escaño, se ha comprometido a remangarse la camisa y volver a las calles para deshacer las mentiras de la ultraderecha y convencer a los votantes de que tienen mucho que agradecerles. No será fácil, porque el grueso de la reforma no entrará en vigor hasta el año 2014, mucho después de las elecciones legislativas de noviembre próximo e incluso de las presidenciales de 2012, en las que Obama se jugará la reelección.

Pero ayer mismo los móviles de once millones de personas que en algún momento participaron en su campaña volvieron a iluminarse: «Hoy, después de un siglo de esfuerzos, la reforma sanitaria se ha convertido en ley. Gracias por ser mi socio en traer el cambio», decía el mensaje de texto firmado por el «Presidente Obama».

Le habían ayudado en el esfuerzo incluso los más desencantados con su mandato, como el cineasta Michael Moore, que pese a considerar la ley «una broma» o «dos pasos adelante y uno enorme hacia atrás», acabó organizando a sus vecinos de Michigan para bombardear al congresista de su estado, Bart Stupak, que junto a otros siete demócratas opuestos al aborto había prometido votar en contra. «Y entonces ocurrió lo que rara vez sucede: un representante electo hizo lo que el pueblo le dijo que hiciera», escribió Moore. La ley pasó por apenas cuatro votos.