EL MAESTRO LIENDRE

CÁDIZ TIENE LA CLAVE DEL DEBATE

Están empanados los catalanes, sólo deben copiar la técnica gaditana para resolver la polémica taurina

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Resulta difícil tomar partido en el resucitado debate taurino. Por más que algunos analistas pretendan vendarnos la testuz y negarlo, el origen geográfico de la discusión derramada delata que se trata de una batalla entre egos nacionalistas. Hay que elegir bando entre unos que se creen mejores por el involuntario hecho de haber nacido en un lugar y otros que se consideran estupendos por lo mismo. Catalanistas-españolistas; fachas-progres; europeosdelosguays-spainisdifferent; enseñas independentistas-bandera con un toro de Osborne... Un inmenso escaparate de etiquetas en el que cualquiera puede elegir la que le plazca y pegársela. El debate es tan antiguo y escarpado que es mejor resolverlo por la respetable mayoría parlamentaria (que nos representaba ¿no?) y aplicar el resultado con asepsia democrática. La mayoría no quiere. O la mayoría quiere. Fin. En Canarias, hace años que las corridas de toros fueron eliminadas y nadie dice nada. Será porque la voluntad de los canarios irrita menos que la de otros habitantes del 'estado español'. Se trata de hablarlo, votarlo y aplicarlo. Los que estén en duda, pueden recuperar la foto de Esperanza Aguirre con un capote. Seguro que les ayuda a decantarse. Si ni siquiera esa impactante imagen es capaz aclarar la cuestión, si después de verla usted aún no sabe si es miembro del gran grupo de los antitaurinos o, en cambio, del más selecto y talludito de los aficionados a la fiesta nacional, aún queda una oportunidad. La tercera vía, la obra maestra de la ambigüedad, la conexión capaz de poner de acuerdo a las partes. La mundialmente conocida como «técnica gaditana».

El primer paso de esa escuela es tirar la vieja plaza de toros (vacía, inactiva, maldita...) de la ciudad. Después, sin coso que echarse a los ojos, se anima a varios de sus habitantes a repetir que es un lugar de absoluta raigrambre taurina. Que si aquí nació el toreo a pie. Que si Paquiro era de ahí al lado. Que si es la provincia con más ganaderías. Con ese discurso melancólico, y rigurosamente cierto, se crea la fantasía de que aún es ciudad muy taurina y, algún día, ejercerá de veras.

Mientras ese discurso minoritario se va extinguiendo por una inviolable ley natural, cualquier observador neutral, cualquiera de esos que no tiene gran afán por ser 'antinada' -aunque prefiere que se torture al menor número posible de animales- comprobará que los toros no le interesan ni al 5% de la población de su ciudad. Es más. Según queda más lejos la fecha de la demolición de la vieja plaza (aún viva en el callejero popular), ese porcentaje de interesados y aficionados decrece sin pausa.

Pero para contener la ira de los melancólicos -suele ser gente con posibles, con cierta querencia a la autoridad- se presenta un proyecto de coso multiusos. Es un recinto que piden, casi exclusivamente, los taurinos. Aunque ellos nos hacen creer a los demás ciudadanos que luchan por un gran auditorio para conciertos y espectáculos del que carecemos hace lustros. Vamos, que sólo quieren que venga José Tomás pero te piden apoyo preguntando: ¿y no quieres que venga Bruce Springsteen?

En cualquier caso, todas las partes dicen que sí, que sí, que esa gran plaza de toros multiusos está en marcha. El proyecto, como todos los de la ciudad -pero más-, se atasca. Se ralentiza. Se empantana. Nadie tiene clara la inversión, ni la fecha de inicio de las obras. Ni hablemos de la inauguración. Pero se deja correr. Que siga la fiesta.

Hete aquí la jugada maestra. Los taurinos, sedados a base de una estricta dieta de promesas. Los antitaurinos, felices con ese proyecto congelado, en su ciudad limpia de sangre brava. Los demás, inmensa mayoría, se joden sin auditorio (total, es la menos urgente de sus carencias) pero se libran de una plomiza discusión que no está entre las 5.000 prioridades sobre las que desearían debatir.

Están empanados estos catalanes. Sólo tienen que tirar las plazas y decir que van a hacer unas estupendas multiusos. Luego nombran una comisión de empresarios y gestores (autonómicos o municipales) con divisa gaditana y en paz.

Ni toros, ni prohibición.